Por Sarah Marsh
BUENOS AIRES (Reuters) - Argentina parece estar lista para declararse el próximo jueves en suspensión de pagos de su deuda por segunda vez en 12 años, en vista de que las negociaciones con los llamados inversores "holdouts" se mantienen estancadas y ninguna de las partes muestra señales de ceder, aunque no puede descartarse un acuerdo de último minuto.
La tercera mayor economía de América Latina lleva años luchando con los fondos de cobertura que absorbieron los bonos basura del país tras su "default" de 100.000 millones de dólares en deuda en el 2002 y que posteriormente rechazaron los términos de unas reestructuraciones, exigiendo el pago total de esos valores.
Pero el tiempo corre. Tras una serie de reveses legales para Argentina en tribunales de Estados Unidos, el país apenas tiene pocos días para cumplir con un fallo que emitió el juez de la Corte de Distrito de Estados Unidos Thomas Griesa en el 2012, para que el Gobierno pague 1.330 millones de dólares, más intereses, a los fondos que Buenos Aires califica de "buitres".
Si el estancamiento persiste, Griesa impedirá que Argentina haga el 31 de julio el pago de un cupón a los inversores que sí aceptaron la reestructuración de sus valores, desatando un nuevo default justo cuando la economía lucha con la recesión, menores reservas internacionales y una galopante inflación.
"El resultado es aún incierto a sólo pocos días de que se dispare un default técnico", dijo el analista Mauro Roca de Goldman Sachs. "Un acuerdo se ve ahora improbable".
A diferencia de la crisis de deuda de Argentina del 2001-2002, cuando el país estaba quebrado y ni siquiera podía pagar a sus funcionarios, en esta oportunidad es un Estado solvente al que Griesa ha bloqueado el pago de sus bonos canjeados hasta que se resuelva la batalla con los holdouts.
La postura combativa de Argentina ha incrementado las probabilidades de un default. Los esfuerzos para alcanzar una solución mediante un mediador han logrado progresos mínimos y uno de los holdouts líderes dijo que el Gobierno ha dejado claro "que escogerá declararse en incumplimiento de pago".
La presidenta argentina, Cristina Fernández, no ha escatimado palabras, calificando de extorsionadores a los fondos holdout y criticado con dureza al juez por un fallo que ella describe como injusto.
El Gobierno argumenta que un acuerdo con los holdouts colocará al país en riesgo de violar la llamada cláusula RUFO, que le prohíbe ofrecer voluntariamente mejores términos de pago a los inversores que no se acogieron a las reestructuraciones que al 92,4 por ciento de los inversores que aceptaron el canje con una fuerte quita. RUFO son las siglas en inglés de la cláusula "derechos sobre futuras ofertas".
En vista de que la cláusula RUFO expira el 31 de diciembre, Argentina quiere que se suspenda el fallo de Griesa para entrar en negociaciones sin el riesgo de demandas de los bonistas que se acogieron a las reestructuraciones, que el Gobierno estima que podrían alcanzar los 400.000 millones de dólares. Hasta ahora el juez se ha negado.
TODO O NADA
Un juego de grandes apuestas está en desarrollo. El fallo de Griesa prohíbe a Argentina pagar el servicio de su deuda reestructurada hasta que alcance un acuerdo con los holdouts.
Si ninguna de las partes cede, Argentina caerá en default el 31 de julio. Aunque el Gobierno tendrá suficiente dinero para pagar el servicio de su deuda externa reestructurada, por un valor de 35.000 millones de dólares, no podrá hacer los pagos a acreedores fuera de Argentina.
Un default no desatará oleadas de volatilidad a la economía global por el hecho de que Argentina ya está aislada de los mercados internacionales de capitales. Las penurias que pueda causar a la nación dependerán de cuán rápido pueda Argentina superar la crisis.
Eso podría determinarse por el éxito que pueda tener Argentina en persuadir a los tenedores de bonos que está preparada para negociar un arreglo después de que expire el 31 de diciembre la cláusula RUFO.
Si logra hacerlo, habrá menos probabilidad de una llamada "aceleración" de la demanda por parte de los tenedores reclamando sus pagos. Los tenedores de bonos simplemente tendrían que esperar unos pocos meses para recibir sus pagos.
En este escenario, Argentina permanecería excluida de los mercados globales y el coste de los préstamos para compañías y provincias del país sudamericano aumentarían.
"Probablemente veríamos rendimientos más altos, que es malo para el ambiente inversor, y un default podría llevar a una salida de capitales que comenzaría a presionar nuevamente a la moneda local", dijo Davis Rees de Capital Economics, que tiene su sede en Londres.
Eso también llevaría a que los argentinos busquen incrementar sus tenencias de dólares, debilitando a un peso que en lo que va del año ha caído un 20 por ciento frente a la tasa oficial y colocando más presión sobre las reservas internacionales.
Siobhan Morden, jefe de estrategia de América Latina con Jefferies en Nueva York, dijo que había "el riesgo de una peor estanflación". Economistas privados estiman que la inflación ha superado el 30 por ciento.
ACUERDO REMOTO Y NO SERÍA PANACEA
Analistas dicen que Argentina aún podría sorprender y sacar un conejo de un sombrero.
Griesa podría suspender su fallo para evitar un default de Argentina, un escenario que describe como "lo peor que puedo imaginar".
Los acreedores holdouts deberían tener que solicitar la suspensión y probablemente pedirían a Argentina una garantía, posiblemente financiera, para negociar a partir de enero, una vez que haya expirado la cláusula RUFO.
"Para los demandantes, probablemente es más lo que pierdan que lo que ganen por un default", dijo Alejo Costa, jefe estratega del banco local de inversión Puente.
"Si Argentina declara default no sabrían lo que está sucediendo y podrían tener que someterse a otro largo proceso legal".
El viernes, los negociadores argentinos de la deuda salieron de las oficinas del mediador Daniel Pollack apenas una hora después de haber ingresado, enfriando aún más las esperanzas de un acuerdo, que ahora parece el resultado menos probable.
Incluso si Argentina logra un acuerdo, éste llegará muy tarde para evitar que la economía caiga en recesión este año.
"Pero quizás apuntale una perspectiva de crecimiento más fuerte el próximo año, ya que, por decir lo menos, se levanta la confianza del consumidor, se levantan algunas de las presiones sobre el tipo de cambio", dijo Stuart Culverhouse, jefe de investigaciones con Exotix, una corredora de mercados fronterizos en Londres.
"Pero habrá una demora para que todo esto se resuelva y en recibir nueva inversión extranjera", agregó.