Bruselas, 12 dic (EFE).- El nuevo acuerdo europeo para reforzar la disciplina fiscal y atajar la crisis, en el que están dispuestos a participar todos los socios de la UE menos el Reino Unido, plantea de momento más preguntas que respuestas y no ha logrado calmar a los mercados, que de nuevo registraron hoy una tendencia bajista.
La Comisión Europea se esfuerza por convencer de la viabilidad y contundencia de las medidas, si bien no ha tenido más remedio que admitir que nada se sabe aún del desarrollo concreto del acuerdo ni del modo en que se podrá supervisar su cumplimiento e imponer sanciones.
"No tiene fundamento decir que este tratado es inaplicable", afirmó esta tarde el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, e insistió en que se trata de un pacto "efectivo y viable".
Rehn sostuvo que la mayoría de los compromisos que incluye el nuevo pacto fiscal pueden aprobarse sin necesidad de modificar el Tratado de Lisboa, pero evitó destacar que para que la CE pueda decidir de manera más directa sobre la apertura de procedimientos por déficit excesivo -ahora tiene que aprobarlo el Consejo- no basta con un apaño rápido mediante legislación secundaria.
Además, la negativa de Reino Unido a participar en el acuerdo, aunque sirvió para unir a los demás socios europeos entorno a Alemania y agiliza de alguna manera el proceso (ahora planteado como un acuerdo intergubernamental fuera de la UE), complica su puesta en marcha y obliga a buscar rodeos legales que permitan implicar a las instituciones comunitarias.
"La clave está en cómo se sanciona a los países que incumplan ese tratado", comentó hoy una fuente comunitaria y recordó que "la CE no puede implicarse en sanciones de cuestiones acordadas fuera de la UE". "De momento, tenemos un acuerdo sin sanciones", agregó.
Más allá de las cuestiones de forma, preocupa también el contenido.
La introducción en las constituciones nacionales de la "regla de oro", para garantizar el equilibrio en los presupuestos de los países y limitar el déficit estructural anual al 0,5 % del PIB, es rechazada por los socialistas franceses.
El candidato socialista a las presidenciales francesas, François Hollande, quien según las encuestas podría reemplazar al actual jefe de Estado, Nicolas Sarkozy, anunció hoy que si sale elegido en las elecciones del año próximo renegociará el acuerdo de la cumbre europea de la semana pasada.
Sarkozy, en una entrevista publicada hoy por "Le Monde", destacó la necesidad de intervención del Banco Central Europeo (BCE) y confió en que ayude a calmar "los temores infundados" sobre las deudas soberanas.
Desde el Reino Unido, el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, mostró ayer su "amarga decepción" por el resultado de la cumbre del viernes en Bruselas y advirtió de que su país se enfrenta al aislamiento, en un gesto considerado como un verdadero desplante europeo a su primer ministro, David Cameron.
Cameron, por su parte, acudió hoy sin Clegg al Parlamento británico para explicar su rechazo al pacto europeo e insistió en que su decisión de quedarse fuera se debió a que el acuerdo planteado no protegía los intereses nacionales británicos.
La incertidumbre que rodea al nuevo tratado motivó hoy la advertencia de la agencia de calificación Moody's de revisar la nota de las deudas soberanas de los países de la zona del euro y provocó un retroceso en todas las bolsas europeas.
La prima de riesgo española -que mide el diferencial entre la rentabilidad del bono alemán a diez años con el equivalente español- llegó a dispararse por encima de los 400 puntos básicos y el IBEX perdió hoy 269 puntos y cerró en 8.381, lo que aumenta la caída anual hasta el 14,99 %.
La caída más fuerte de Europa la registró el selectivo de Milán, lo que no facilita la difícil semana a la que tendrá que hacer frente el primer ministro de Italia, Mario Monti, en la que se han convocado huelgas contra su plan de ajuste de 30.000 millones de euros.
El instituto Bruegel, uno de los principales centros de estudios de Bruselas, considera que la cumbre se quedó corta y no sienta las bases de la estabilidad ni del crecimiento en la zona del euro, mientras que el European Policy Centre (EPC) señala al BCE como verdadera solución a la crisis. EFE