María Traspaderne
Marrakech (Marruecos), 10 may (.).- ¿Puede la invasión rusa de Ucrania acarrear peores consecuencias financieras a los países del África del Norte que a Rusia? Beata Javorcik, economista jefe del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), cree que esa es "la ironía de esta guerra".
Javorcik lleva casi tres años como economista principal en esta institución fundada con la caída del muro del Berlín para ayudar a los países de Europa Central y del Este a tener una economía de mercado. Ahora, el BERD financia proyectos en 40 naciones de esa zona, pero también de Asia Central y África del Norte.
Precisamente en la ciudad marroquí de Marrakech se inaugura este martes la asamblea general de la institución. Con sus previsiones recién salidas del horno, Javorcik comenta en una entrevista con EFE las perspectivas en un entorno volátil con la guerra en Ucrania como principal protagonista.
Pregunta.- El BERD predice un 30 % de caída del PIB ucraniano en 2022. Otras instituciones aumentan ese porcentaje al 50. ¿De qué dependen las cifras?
Respuesta.- Nuestra predicción se ha hecho con un escenario muy optimista, asumiendo que la guerra continúa en verano, pero que a finales del año se comienza la reconstrucción de Ucrania. Asumimos además que, mientras los precios de la energía seguirán siendo altos, no habrá ruptura de suministros.
La caída de Ucrania refleja varios factores. La guerra se está produciendo en las zonas que generan el 60 % de su PIB. El 10 % de la población ha abandonado el país y el 15 % están desplazada dentro. Entre un tercio y la mitad de las empresas han dejado de operar y el consumo eléctrico ha bajado un 40 %. La temporada de siembra se ha interrumpido.
Además el Gobierno ucraniano está haciendo frente a un déficit presupuestario de 5.000 millones de dólares al mes, que es lo que la comunidad internacional está cubriendo.
P.- Y si la guerra se alarga, ¿qué pasará con Ucrania?
R.- Puede que el precio de una guerra más larga sea que, cuanto más tiempo estén fuera los refugiados, hay menos posibilidades de que vuelvan. Eso es un coste muy alto porque quien se exilia es gente más emprendedora. Dejar tu país requiere valentía, requiere dinero y esa gente tiende a tener más educación. Sería una gran pérdida de capital humano para Ucrania.
Un escenario en que la actividad militar sigue en el este y el sur, el conflicto no acaba y de vez en cuando Rusia bombardea Kiev y Leópolis crearía una situación en la que la reconstrucción sería mucho más difícil. Si la guerra continúa todo el año, la caída podría ser del 50 %.
P.- En el caso de Rusia, la predicción del BERD se limita a una caída del 10 % del PIB. Sabe a poco con tantas sanciones.
R.- Hay gente que está decepcionada porque esperaba una crisis financiera, pero para poner esto en perspectiva: un 10 % de recesión es una recesión profunda. También hay que pensar que Rusia lleva sufriendo sanciones desde 2014 y su manera de hacerles frente ha sido la estabilidad macroeconómica a costa de crecimiento.
En Rusia se ven ya las consecuencias de las sanciones, vemos compras con pánico, poca confianza del consumidor y signos de recesión desde marzo. Hay cierre de negocios e interrupción de la producción. Rusia no ha ofrecido estadísticas comerciales, pero cuando vemos los números de los socios hay grandes contracciones en las importaciones rusas en marzo. Y la inflación fue de 16,7 % en marzo.
P.- ¿Cree que Rusia sufrirá una crisis financiera?
R.- No la veo en un futuro próximo por una razón muy sencilla: sí, Europa hace mucho daño a Rusia parando la compra de gas natural, porque el gas necesita de una infraestructura para ser transportado. Pero el petróleo puede ser transportado fácilmente. Lo que se ve es un aumento de los envíos de petróleo ruso a destinos desconocidos. El petróleo se puede redirigir, se puede establecer un precio más bajo que el Brent, y eso puede ser suficiente para mantener a Rusia a flote y evitar la crisis.
El impacto real de las sanciones será a largo plazo. Miles de rusos dejaron el país. Y un menor intercambio con Occidente significa que Rusia no importa tecnología. Además las empresas occidentales evitarán invertir en Rusia por mucho tiempo y, si hay menos inversión, hay menos intercambio de conocimiento.
P.- Y África del Norte, ¿hasta qué punto padece las consecuencias de la guerra?
R.- El norte de África es como un espectador inocente, una región enormemente afectada por los altos precios de los productos agrícolas. Sus gobiernos se enfrentan a una elección muy poco atractiva: ¿continúan aplicando subsidios a los alimentos para evitar el malestar social, a costa de una tensión en los presupuestos nacionales y en la sostenibilidad externa?
Los precios de la comida y la energía suben y sus monedas están más débiles. Eso es un doble golpe. Lo que se necesita en estos países es proteger a los hogares pobres del "shock". Los gobiernos se plantean ayudar al más pobre, la cuestión es: ¿habría que limitar la población elegible para acogerse a los productos subsidiados? Pero hacer eso sería políticamente muy impopular.
P.- De no controlarse los precios, ¿qué podría pasar en estos países?
R.- Los precios de los alimentos estaban muy altos en 2008 y en ese momento hubo revueltas en cuarenta mercados emergentes. En ausencia de ayuda externa siempre hay riesgo de que los países se vuelvan más represivos. Porque, o subsidias para mantener a la gente tranquila, pero para ello necesitas dinero y ayuda externa, o te vuelves más represivo. En cualquiera de los dos casos es una perspectiva muy poco atractiva.
La ironía de esta guerra es que el norte de África tiene más posibilidades de sufrir una crisis que Rusia. No una recesión, sino una crisis de intercambio comercial o de deuda externa. Mientras, Rusia está en recesión pero no sufre una crisis financiera.