Por Joseph White
DETROIT, 21 dic (Reuters) - Tesla (NASDAQ:TSLA) Inc y Wall Street hicieron del 2020 el año en que la industria automovilística estadounidense decidió pasarse a la electricidad.
La capitalización del mercado de Tesla superó los 600.000 millones de dólares, un valor para la otrora tambaleante empresa fundada por el multimillonario Elon Musk que supera la suma combinada de los cinco fabricantes con mayores ventas del mundo.
El colofón llegó el viernes con un nuevo récord en bolsa de Tesla en medio de una frenética negociación de cara a su entrada en el índice de referencia S&P 500 este lunes.
Para 2021, todas las señales apuntan a que la industria acelerará su paso hacia la electrificación, un punto de inflexión tan trascendental como el lanzamiento de la cadena de montaje de Ford Motor (NYSE:F) Co o la quiebra de General Motors (NYSE:GM) en 2009.
El ascenso de Tesla se produjo el mismo año en que los "hedge fund" activistas y otros inversores redoblaron la presión para que las empresas tomen más la iniciativa en la lucha contra el cambio climático.
Cada vez hay más pruebas de que los inversores han puesto una fecha de caducidad de una década al dominio de un siglo del motor de combustión interno, el "ICE" según las siglas inglesas por las que se le conoce en la jerga del sector.
De Londres a Pekín pasando por California, los líderes políticos también han adoptado planes para comenzar a eliminar los vehículos con motores de combustión interna tan pronto como en 2030. La presión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero resta lógica a nuevas e importantes inversiones en este tipo de motores. Miles de puestos de trabajo en el sector manufacturero están actualmente vinculados a la combustión interna en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Japón y otros países.
Otras fuerzas poderosas también sacudieron el statu quo de la industria automovilística este año. La pandemia de COVID-19 despojó a los fabricantes de automóviles actuales de las ventas y beneficios con los que contaban para financiar la meticulosa transición al vehículo eléctrico. La rápida recuperación de China de la pandemia ejerció un empuje gravitacional aún más poderoso en las inversiones de la industria.
¿SE ENCHUFARÁN LOS CONSUMIDORES?
También fue el año en que la jefa de GM, Mary Barra, y otros altos ejecutivos de la industria comenzaron a replicar a Tesla, señalando que los costes de las baterías de los vehículos eléctricos pronto podrían alcanzar la paridad con la tecnología de combustión interna.
Aún así, queda por ver si los consumidores, particularmente en Estados Unidos, están dispuestos a decir adiós a las camionetas y los SUV alimentados con petróleo.
El cambio hacia los vehículos eléctricos está acelerando una transformación paralela de los vehículos en máquinas en gran parte digitales que obtienen gran parte de su valor del software que alimenta las ricas visualizaciones y características como los sistemas de conducción automatizada.
En toda la industria, fabricantes centenarios como Daimler AG (DE:DAIGn) se apresuran en contratar programadores y expertos en inteligencia artificial.
La capacidad del software para manejar sistemas de conducción autónomos, flujos de electricidad de baterías y flujo de datos hacia y desde los vehículos sustituyen ahora a los caballos de potencia como medida de los logros de la ingeniería automovilística.
El uso por parte de Tesla de actualizaciones de software inalámbricas como ocurre con los teléfonos inteligentes fue en su momento un rasgo único de la marca de Silicon Valley.
En 2020, la línea de modelos más vendida en Estados Unidos, la camioneta Ford F-150, fue rediseñada para ofrecer actualizaciones de software inalámbricas, haciendo esta tecnología de lo más común.
LA PANDEMIA Y CHINA
En el mejor de los casos, los vehículos tradicionales de combustión interna habrían tenido que hacer frente a enormes costes y a alteraciones en sus plantillas para evolucionar hacia los vehículos eléctricos con uso intensivo de software. Pero el impacto provocado por la pandemia de coronavirus restó a los fabricantes dinero y tiempo para adaptarse.
La consultora IHS Markit pronostica que la producción mundial de vehículos no volverá a alcanzar los niveles de 2019 hasta 2023. Los fabricantes de automóviles habrán producido 20 millones de vehículos menos en 2023 de los que podrían haber construido si la producción se hubiera mantenido en los niveles de 2019.
"Sólo los más ágiles con espíritu darwiniano sobrevivirán", dijo Carlos Tavares, el jefe de Peugeot (PA:PEUP) SA que dirigirá la combinación de Peugeot y Fiat Chrysler (MI:FCHA) cuando se complete esa fusión.
La pandemia también elevó el peso de China en el futuro de la industria. La rápida recuperación de la pandemia del gigante asiático amplificó el atractivo de su enorme mercado para la inversión en el sector, a pesar de la retórica antichina de los políticos estadounidenses y europeos.
El impulso de China para reducir la dependencia del petróleo está obligando a los fabricantes de automóviles a desplazar las inversiones hacia vehículos eléctricos de batería e híbridos, y a volver a centrar las actividades de diseño e ingeniería en las ciudades chinas desde centros tradicionales como Nagoya, Wolfsburgo y Detroit. Tesla dijo que establecerá un centro de diseño e investigación en China.
El consejero delegado de Daimler AG, Ola Kaellenius, lo dijo sin rodeos en octubre: "Tenemos que mirar nuestra huella de producción y donde tenga sentido, cambiar nuestra producción", dijo durante una videoconferencia. "El año pasado vendimos alrededor de 700.000 turismos en China. El siguiente mercado más grande es el de EEUU con entre 320.000 y 330.000 coches".
(Información de Joe White; traducido por Jose Elías Rodríguez)