Roma, 2 feb (.).- El Gobierno italiano se ha enzarzado con el coloso automovilístico Stellantis, resultado de la fusión del grupo italo-estadounidense Fiat Chrysler Automobiles (BIT:STLAM) y el francés PSA (AS:SHEL), por la poca producción de coches en el país, a pesar de los incentivos que se la ha concedido para la fabricación de modelos eléctricos.
"En los últimos años, el 40 % de los incentivos se destinaron a Stellantis, como debía ser, pero la mitad de ellos se fue a modelos producidos en el extranjero e importados en Italia", lamentó hoy el ministro de Industria y de 'Made in Italy', Adolfo Urso, en medio de los temores sindicales al cierre de las plantas italianas del grupo.
"Si no se invierte la tendencia entre la producción y las matriculaciones en Italia, a partir del año que viene todos los recursos ya no se destinarán a fomentar el consumo sino a la producción", "por ejemplo a un segundo fabricante de automóviles", añadió el ministro.
El consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, había comenzado el pulso este jueves al asegurar en declaraciones a Bloomberg que Italia debería hacer más para proteger sus puestos de trabajo en el sector del automóvil en lugar de atacar a Stellantis por producir menos".
"Si Tavares sostiene que Italia tiene que hacer lo mismo que Francia, que ha aumentado su inversión activa en Stellantis, entonces pueden pedirlo. Podemos discutirlo juntos", dijo Urso al ser preguntado el mismo jueves por los medios durante un acto en el que informaba sobre el nuevo plan de incentivos de 950 millones de euros.
Estas palabras fueron interpretadas como una apertura del Gobierno italiano a comprar una participación en el fabricante, después de que la semana pasada, la primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, declarase que Stellantis había actuado en ocasiones en contra del interés nacional.
Urso insistió hoy en que Stellantis debe cambiar su estrategia: "Si en diciembre Volkswagen (ETR:VOWG_p) superó a Stellantis en ventas en Italia, si los ciudadanos italianos prefirieron comprar un automóvil producido en el extranjero en lugar de uno fabricado en Italia, dadas las mismas condiciones de mercado e incentivos, el problema no es del gobierno sino de la empresa".
En la polémica se han introducido los sindicatos ante el temor al cierre de las plantas de Pomigliano y Mirafiori,
Maurizio Landini, el líder del sindicato CGIL, el mayor del país, afirmó que "la capacidad de producción de Stellantis en Italia supera el millón y medio de vehículos, pero la producción se ha estancado en 500.000".
"La cuestión está abierta y es necesario abordarla", dijo, a la vez que pidió a Meloni que convoque una reunión con Stellantis y los sindicatos porque "los incentivos por sí solos no resuelven y es necesaria una lógica de intervención más fuerte"
"Esperamos un compromiso serio y responsable de Stellantis para invertir en todas las fábricas italianas empezando por Pomigliano, aumentando la producción de automóviles en Italia, garantizando los niveles de empleo. A Tavares queremos recordarles que los incentivos son recursos públicos y no regalos", dijo por su parte el líder del sindicato CISL, Luigi Sbarra.
Ante la posibilidad de una entrada pública en Stellantis, la líder de la oposición y del Partido Demócrata, Elly Schlein, resaltó que "Tavares ha lanzado un desafío, el Gobierno debería aceptarlo" porque "la hipótesis de una participación italiana que equilibre la francesa debe tomarse en serio".
En medio de la polémica, el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, ironizó sobre la eventual entrada del Estado en el grupo franco-italiano: "¿El Estado en Stellantis? Yo entraría en Ferrari (NYSE:RACE)".