Por Lucía Ruiz Simón
Madrid, 20 mar (.).- Cientos de miles de personas han caminado este domingo por la arteria principal de Madrid, el paseo de la Castellana; llegados desde muchos rincones de España en un domingo de muchos kilómetros y madrugones han reclamando un futuro para sus pueblos y sus actividades económicas.
La mañana amanecía en la capital como la de cualquier otro domingo en la recuperada "normalidad": mientras algunos jóvenes llegaban al metro para volver a casa al terminar su noche, la mañana empezaba para los turistas que han vuelto a Madrid y en el transporte público aparecían grupos ataviados con gorras de color naranja, con las que se identificaban los cazadores.
Y es que el día, que amenazaba con la ansiada lluvia, había empezado mucho antes para centenares de miles de personas -100.000 según la Delegación del Gobierno y 400.000 de acuerdo con los datos de los convocantes- que han puesto el despertador muy temprano para montarse en sus vehículos y llegar a la cita marcada en rojo desde hace meses: 20M, la manifestación "juntos por el campo".
A las tres de la mañana se habían levantado Ana, Lucía y María, tres jóvenes cántabras que han aportado un cencerro para llamar la atención sobre su demanda: la protección de la ganadería que salpica los prados y las cumbres de su pueblo.
Como una amalgama de colores, banderas regionales, acentos y reivindicaciones bien distintas, los participantes han desfilado de forma pacífica por el paseo de Recoletos y la Castellana.
En la comitiva, tractores -todo un derroche, con el precio que tiene el gasóleo-, caballos, rehalas de perros y hasta un jabalí gigante; eso sí, de cartón piedra.
Todos han coloreado una protesta, amenizada por el tontoneo de cencerros e incluso una banda de gaitas gallegas y convocada desde la unidad por las organizaciones agrarias, las cooperativas agroalimentarias, los regantes, los cazadores y los defensores del toro de lidia.
La enseña nacional ha sido también una de las protagonistas de una marcha en la que el objetivo común estaba claro: defender el modo de vida rural y, especialmente, las actividades económicas que en él se desarrollan.
Que con "las cosas de comer no se juega" era el lema que portaba alguno de los participantes en una marcha vigilada desde el cielo madrileño por los helicópteros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Un grupo de productores de Sierra Mágina, Jaén, han traído su voz a la capital para insistir en que solo quieren vivir dignamente de su trabajo y acabar con clichés: "Soy agricultor, pero no soy analfabeto, tengo estudios universitarios", clamaba Manuel bajo su disfraz de olivo.
Desde Teruel han vuelto a recordar que existen, algo que llevan reclamando décadas ante la angustiosa pérdida de población, de la que ya todo el mundo es consciente, pero aún no se adoptan las medidas que consigan frenar esta hemorragia peligrosa para todo el país.
Se han visto disfraces de vacas y personas con trajes de luces, pues la defensa de la tauromaquia y de la caza han sido dos de las reclamaciones más llamativas en el particular desfile de este domingo.
Y ha habido caras conocidas, como las de El Juli, quien entre "selfies" y sonrisas explicaba a Efe que era necesaria la unidad de todos "los que vivimos del campo" para defender sus intereses.
La lluvia que necesita el campo ha aparecido al final de esta mañana, la del 20 de marzo, en la que el centro de Madrid se ha convertido en la capital de un mundo rural, un territorio tan necesario para la ciudad que parece increíble que sean necesarios tantos madrugones para que se entienda.