Mateo Sancho Cardiel
Nueva York, 25 jun (EFE).- Como si fuera la luz de alarma de un mecanismo que se autodestruirá en cinco días, Wall Street parpadeó hoy en rojo mientras se hace de rogar el acuerdo entre Bruselas y Atenas para el pago de la deuda griega.
El lunes se abrió la semana diciendo que el viernes había que lograrlo, pero hoy ya se hablaba de una reunión el sábado para seguir negociando.
Así están las cosas en Bruselas y así se viven en Nueva York: con descensos de preocupación, pero no de pánico: el Dow Jones bajó un 0,42 %, el S&P 500 un 0,30 % y el Nasdaq un 0,20 %.
Ahora es cuando se explica por qué los inversores decidieron ilusionarse el lunes y el martes, como medida preventiva para amortiguar el golpe que vendría miércoles y jueves.
Hoy las fuertes ganancias del inicio de semana quedaron borradas en los tres índices (el Dow Jones ya las había perdido ayer), que quedaron todos en peores niveles que cuando cerró Wall Street el viernes.
En concreto, el Dow Jones más de 100 puntos por debajo que entonces y mañana todo apunta a que la jornada será bastante gemela a la de hoy.
Y es que la situación sobre Grecia, si algo tiene, es un peso superior a otras buenas noticias que puedan surgir a lo largo del día, como hoy sucedió con un dato mejor de lo esperado sobre la economía estadounidense, al conocer hoy que el gasto personal de los consumidores creció en mayo un 0,9 %, el mayor incremento mensual desde 2009.
Pudo el hecho de que el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, sigue diciendo que habrá negociación hasta que se logre un pacto sobre las medidas que el país deberá aplicar, dentro de las condiciones asociadas a su rescate financiero. Lo cual sigue siendo un trabalenguas que no aciertan a pronunciar en la mesa de negociación.
Con la fecha de mañana ya eliminada como posible apretón de manos y las reuniones previstas para el fin de semana, parece que la situación va a llegar a su límite, pues el 30 de junio, es la fecha en la que oficialmente vence el plazo para el pago de Grecia a los acreedores.
La cuenta atrás, entonces, todavía tiene un no tan largo como exasperante camino hasta llegar al cero.