París, 5 jun (.).- Las emisiones de gases de efecto invernadero en Francia, que habían subido en 2021 por efecto de rebote tras el hundimiento en 2020 por la crisis de la covid, volvieron a caer el pasado año, en concreto un 2,7 %, un ritmo que sigue siendo muy lento para cumplir los objetivos en el horizonte de 2030.
El Ministerio de la Transición Ecológica, que presentó en un comunicado las cifras provisionales de 2022 del inventario del Centro Interprofesional Técnico de Estudios de la Contaminación Atmosférica (CITEPA), destacó que esa reducción se debió sobre todo al sector de los edificios.
En concreto, la baja ahí fue del 14,7 % por la disminución del consumo de gas y de fuel, sobre todo para calefacción, por el efecto combinado de la crisis energética, de las medidas de sobriedad y por el efecto acumulado de las reformas de renovación térmica y de cambio de calderas a modelos más eficientes.
También retrocedieron las emisiones causantes del calentamiento global procedentes de la industria manufacturera, un 6,4 %, por la caída de la producción a causa del tirón de los precios de la energía, pero también por los esfuerzos para descarbonizar su actividad.
La otra cara de la moneda fue la producción de la energía, con un incremento de las emisiones del 4,9 % el pasado año que se debe en primer lugar al parón obligado durante meses de muchos reactores nucelares, que obligaron a utilizar de forma más intensa las centrales de gas y puntualmente las de carbón.
El transporte también aumentó sus emisiones en un 2,3 %, con la recuperación de la actividad.
Globalmente, las emisiones de efecto invernadero en Francia fueron de 403,8 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2) en 2022, frente a los 414,8 millones en 2021.
Eso representa un descenso del 25 % respecto al nivel de 1990, que sirve de referencia. Pero teniendo en cuenta que el objetivo es una reducción del 50 % para 2030 (270 millones de toneladas de CO2), el ritmo anual de recorte tendría que ser del 4,1 %.