Madrid, 11 nov (.).- El turismo es "sinónimo de confianza y de seguridad" y, cuando se producen desastres naturales como la trágica dana en Valencia, no hay confianza ni seguridad, lo que supone un riesgo para el desarrollo de los destinos turísticos, independientemente de que sean maduros o emergentes, según ONU Turismo.
Ante los desastres naturales, que han existido siempre y en todas partes del planeta, aunque, en las últimas décadas, las variaciones en las temperaturas y precipitaciones han aumentado la frecuencia de los eventos climáticos extremos, los principios básicos son los mismos: la comunicación, la resiliencia y la capacidad de reconstrucción del destino y la colaboración público-privada.
Primero, hay que activar un protocolo de comunicación para garantizar seguridad y confianza en el destino y sobre todo seguir adelante con un plan de trabajo, ha señalado a EFE la directora ejecutiva de ONU Turismo, Natalia Bayona.
A fin de poder seguir manteniendo los valores de Valencia, "si, por ejemplo, hay eventos, congresos o convenciones que se estaban captando o que se van a captar, hay que mandar un mensaje de seguridad y de confianza para que los que vengan a futuro se desarrollen allí".
En segundo lugar, la directiva ha hecho referencia a "todo lo que tiene que ver con el desarrollo puro y duro de la resiliencia y la capacidad de reconstruir rápidamente" y, finalmente, no se puede dejar al sector privado solo, eso es un trabajo público-privado para seguir generando garantías y para que en el corto plazo las cosas vuelvan a funcionar.
Riesgos para el turismo
ONU Turismo es consciente desde hace mucho tiempo de los riesgos que entrañan para la industria turística las interacciones cada vez mayores entre el sector y el calentamiento del clima y, por tanto, de su necesidad de adaptarse a la situación y, al mismo tiempo, de la obligación que tiene de reducir sus emisiones.
La organización cuenta con un plan de trabajo en torno a la sostenibilidad y colabora con la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP, que celebrará este mes su 29 edición en Bakú (Azerbaiyán), a partir del próximo 11 de noviembre, donde habrá un debate ministerial de Turismo en torno a ese tema.
Bayona ha recordado que en la COP de Glasgow en 2021 se firmó una declaración para que los países y el sector privado "se aliaran para generar compromisos con el cambio climático y un plan que permita que el turismo se sostenga a medio y largo plazo", lo que es difícil si no hay preservación de recursos naturales.
En la World Travel Market (WTM) de Londres celebrada la semana pasada, ha habido un debate ministerial sobre la inteligencia artificial (IA) y cómo ésta puede ayudar a desarrollar tecnología que permita predecir no solamente el clima y los desastres naturales, sino también el flujo de viajeros a un destino, ha destacado.
Crecen más los destinos del norte que del sur
Con las altas temperaturas, los turistas ya no necesariamente optan por estar en las playas del sur como es el caso de España, sino prefieren irse a las del norte o a otros lugares y salir de las zonas de calor.
Esto genera nuevas oportunidades para territorios rurales o destinos que anteriormente no tenían turismo en el verano y lleva no solamente al cambio de perfil sino también a la dispersión del turista, ha explicado.
De hecho, en 2024, los destinos del norte de Europa experimentaron un mayor crecimiento interanual durante los meses pico de verano que sus homólogos del sur, que, en cambio, han registrado un impulso durante la temporada media, primavera y otoño, de acuerdo con un estudio de ForwardKeys.
Las llegadas a los destinos del norte de Europa aumentaron un 12 % entre junio y agosto de 2024 respecto a los mismos meses del año pasado y, a los del sur, un 7 %.
El cambio climático está empezando a influir en el comportamiento de las reservas y los viajeros a Europa están eligiendo destinos con climas más suaves durante los meses más cálidos, lo que, según el informe, es beneficioso para ambas regiones.
Los destinos del norte de Europa están atrayendo más visitantes durante los meses de verano, que tradicionalmente son menos concurridos, lo que suaviza los picos estacionales y reduce la dependencia de los viajes de invierno.
De manera similar, los del sur están ampliando sus temporadas turísticas más allá de los meses pico, manteniendo el número de visitantes durante todo el año.
A pesar de esas consideraciones positivas, las negativas -como ya advertía en 2007 un informe de ONU Turismo- superan las ventajas porque, por ejemplo, las playas sufren la erosión de tormentas intensas, así como la proliferación de algas y la infestación de medusas por la subida de la temperatura del mar, o las estaciones de esquí tienen que hacer frente a la falta de nieve y a una temporada más corta.
Un efecto neto negativo a largo plazo en España
También el informe ‘El impacto del cambio climático en la demanda del turismo en España’ del BBVA Research apunta a un efecto neto negativo a largo plazo sobre el sector en España, dependiendo su magnitud del escenario de aumento en la temperatura considerado.
Para finales de siglo, los resultados revelan un claro patrón norte-sudeste en los cambios de la demanda de turismo de playa, donde las provincias costeras del norte se benefician de los cambios en el cambio climático y las del sur y este perderían demanda turística, especialmente en escenarios de elevado calentamiento global. El impacto sobre el turismo urbano es menos pronunciado.
En un escenario de cero emisiones netas, se espera que el impacto del cambio climático sobre el turismo sea mínimo (con un descenso de la demanda del 0,3 % en 2100 frente al periodo 2024-2030).
Pero, a medida que aumenta la temperatura esperada para final de siglo, en el escenario de calentamiento más severo, con un aumento de temperatura de 4,8ºC a finales de siglo, se prevé una reducción significativa en la demanda turística, con una disminución neta de aproximadamente el 7 % en 2100 respecto al periodo 2024-2030.
Los efectos esperados son más pronunciados en el Mediterráneo y la costa sur, como Baleares, que podrían reducir la demanda turística en verano un 60 %, con una recuperación parcial en otoño en el escenario más adverso.
Esto llevaría a una disminución neta anual de alrededor del 27 %, mientras tanto las provincias del norte y los destinos naturales podrían beneficiarse de este cambio en la demanda, lo que resultaría en un aumento del turismo, especialmente en temporada alta. El mayor incremento de la demanda se observa en Asturias, casi un 7 %.
Como el calor extremo del verano desalienta los viajes a los destinos tradicionales, la primavera podría convertirse en una temporada más popular para los turistas.