Jesús María Alonso
Madrid, 21 nov (EFE).- La recesión se suaviza, a tenor de los
indicadores más significativos, pero los organismos que vigilan el
estado de la economía global evitan caer en la euforia de proclamar
el fin de la crisis.
Esta semana le toco a la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), al Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífico (APEC) y al Banco Central Europeo (BCE) valorar la
salud económica y, aunque coinciden en que ha mejorado gracias a los
estímulos y ayudas, no quieren lanzar las campanas al vuelo porque
ven incertidumbre en el panorama.
Los líderes de la APEC acordaron el fin de semana último
desarrollar un nuevo modelo de crecimiento económico equilibrado y
sostenible para estar mejor preparados tras la crisis, es decir,
planear reformas estructurales que reduzcan los desequilibrios
globales y aumentar el potencia productivo.
La OCDE mejoró las perspectivas respecto a su informe de junio
pasado, gracias al tirón de las economías emergentes, y en
particular China, y anunció que este año la economía general de sus
miembros caerá menos (del 4,1 al 3,5%), esperándose que en 2010 suba
el 1,9% y en 2011 el 2,5%
Los autores del estudio advierten, empero, de que sus previsiones
tienen un grado "sustancial" de incertidumbre, en particular sobre
el comportamiento de los consumidores, de las inversiones de las
empresas y de los desequilibrios financieros internacionales.
Más claro fue el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, quien
considera que, aunque hay síntomas de alivio en el marco financiero
alimentados por los estímulos gubernamentales, es pronto para
declarar que la crisis ha terminado, por lo que insinuó que la
entidad europea mantendrá los tipos en el 1% por un tiempo y apostó
por un dólar fuerte.
En la misma línea que Trichet están la Reserva Federal (Fed) y el
Banco de Japón (BOJ), partidarios de no tocar los tipos de interés
para incentivar el consumo y la inversión. Incluso la Fed cree que
podrían permanecer inalterados hasta 2012, cerca del 0%.
Para el presidente de la Fed, Ben Bernanke, la evolución a la
baja del dólar es algo que le preocupa desde hace meses, al igual
que el paro en EEUU, y no dudó en admitir que frente a los signos de
recuperación hay "vientos contrarios".
La cuanto a los precios de consumo, en la zona euro han subido
dos décimas en septiembre, dejando la tasa interanual en el -0,1%, y
en EEUU se aceleró en octubre (+0,3%), -0,2% en los doce meses
previos.
En Japón, el gobierno admitió que el fantasma de la deflación es
una realidad (el IPC cayó un 2,3% en septiembre respecto a hace un
año), a pesar de la mejora de la economía (entre julio y septiembre
creció a un ritmo anual del 4,8% en términos reales) y el paro está
en el 5,7%, su nivel más alto desde la II Guerra Mundial.
En cuanto a China, su líder, Hu Jintao, pidió al visitante
presidente de EEUU, Barack Obama, que rechace el proteccionismo, y
éste instó a Pekín a abordar la cotización de la divisa local.
La crisis deja huella en los más pobres, o así lo refleja la
Comisión Económica para América Latina, que estima en 9 millones el
número de personas que caerán en la pobreza a consecuencia de ella
en la región.
A pesar de este empobrecimiento, varias de las principales
empresas españolas en Latinoamérica, Telefónica, Repsol YPF y Gas
Natural, apostaron por el potencial crecimiento de la región, aunque
insistieron en la necesidad de continuar con las reformas y de
garantizar una regulación estable.
El Dow Jones neoyorquino, que empezó la semana eufórico por las
ventas minoristas, acabó con pérdidas, tras divulgarse otros
indicadores menos optimistas, a pesar de lo cual subió en los siete
días un 0,46%. Los parqués europeos bajaron tras recoger beneficios;
los asiáticos avanzaron, salvo Tokio, y los latinoamericanos se
mostraron indefinidos.
El euro vivió una semana de movimientos laterales y cerró en
Fráncfort a 1,4845 dólares. El petróleo tuvo tendencia alcista,
cerrando a 76,72 el barril de Texas en Nueva York y a 77,20 el Brent
en Londres. EFE