Por Marton Dunai
ROSZKE, Hungría (Reuters) - Hungría pidió el martes más dinero de la Unión Europea para lidiar con una creciente ola de inmigrantes que llegó a su frontera sur tras cruzar los Balcanes, dejando al descubierto las grietas de la política europea frente a la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.
Más de 100.000 personas, muchas huyendo de conflictos en Oriente Medio y África, entraron este año a Hungría -parte del espacio Schengen que permite viajar libremente sin pasaporte- en camino hacia países más ricos del oeste y el norte de Europa.
El flujo alcanzó el lunes su mayor tasa diaria del año, con 2.093 personas, mientras muchos se apresuran para cruzar antes de que Hungría complete la verja que está levantando en sus 175 kilómetros de frontera con Serbia para frenar su llegada.
Un reportero de Reuters vio a cientos de personas entrar sin obstáculos a Hungría el martes, como parte de una ola mayor que viaja hacia el norte en barco y autobús, mientras los complicados gobiernos de Grecia, Macedonia y Serbia intentan hacerlos circular lo más rápido que pueden.
"Tenemos habilidades, podemos sobrevivir en cualquier parte", dijo Hassan, de 30 años, un ingeniero en computación sirio. "No venimos a Europa para comer y dormir. Buscamos seguridad. Es mejor cruzar media Europa que quedarse en Siria".
Un récord de 50.000 personas, muchos de ellos sirios, llegaron en embarcaciones a las costas griegas desde Turquía solo en julio. Grecia, afectada por una dura crisis económica, los está transportando en ferry desde las islas al continente, desde donde marchan hacia el norte, a Macedonia y otros países.
Macedonia intentó mantenerlos a raya con alambre de espinos y granadas de ruido, pero se rindió ante la determinación de la multitud. La agencia de los refugiados de Naciones Unidas, ACNUR, dijo que espera que el flujo hacia Macedonia continúe durante meses a un ritmo de 3.000 diarios.
Las autoridades húngaras están desplegando una barrera de alambre de púas en la frontera con Serbia, mientras se apresura a levantar una valla más grande de 3,5 metros de altura.
Los críticos aseguran que la inmensa mayoría de inmigrantes no se quedará en Hungría, sino que intentará llegar a Austria, Alemania y Suecia, donde se reunirán con familiares y amigos en busca de trabajo y seguridad.
No obstante, el Gobierno magiar del primer ministro derechista Viktor Orban adoptó una línea dura y exigió más fondos a la UE para lidiar con el problema.
Janos Lazar, jefe de gabinete de Orban, dijo que "la Unión Europea distribuye los fondos de protección fronteriza de forma humillante. Los estados miembros viejos han quitado dinero a los nuevos", aseguró al diario Magyar Hirlap.