Ilya U. Topper
Estambul, 12 may (.).- Sanear la maltrecha economía turca es uno de los principales retos de la oposición si gana este domingo las elecciones presidenciales, las más reñidas desde que llegó al poder, hace dos décadas, el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan.
El descalabro de la lira, que se ha reducido a un tercio de su valor en solo año y medio, junto con una inflación desbocada que superó el 80 % en el verano pasado y está ahora en el 40 %, han fundido los ahorros de muchos turcos al dispararse el coste de vida.
"La clase media ha desaparecido en los últimos años. La gente ya solo compra la mitad de la cantidad que consumía antes, porque el precio se ha multiplicado por cuatro o cinco", lamenta el carnicero Emre Aysen en un pueblo de Ankara en conversación con EFE.
Para frenar la inflación, los economistas recomiendan subir los tipos de interés, incentivando el ahorro y haciendo la moneda más atractiva en el mercado de divisas, pero el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha forzado al Banco Central a bajar los tipos hasta el 8,5 % actual.
La táctica le ha servido para incentivar el consumo y, con ello, la producción, la exportación y el empleo, creando una sensación de crecimiento económico, pero a coste de una espiral de inflación.
La devaluación de la moneda causada por esta dinámica solo ha sido frenada por las intervenciones del Banco Central, obligado a gastar sus reservas de divisas, hasta el punto de tener "unos 70.000 millones de euros en negativo y estar vendiendo reservas de oro", asegura el economista Bilge Yilmaz.
"El valor de la lira ya no lo determina la oferta y demanda del mercado. El Gobierno interfiere. Ajusta el sistema para mantener los precios y luego cambian las normas cada semana", dice Yilmaz en una reunión con medios extranjeros, entre ellos EFE.
"Si cambias las reglas todo el rato, dices a los mercados que no tienes ni idea de qué estás haciendo; estás intentando arreglar algo que acabas de estropear, y eso socava la confianza", analiza este profesor de la prestigiosa escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania.
RECUPERAR LA CONFIANZA
"Además, ya no hay Estado de derecho y el resultado de cualquier disputa legal lo determina quién eres y a quién le sobornas", agrega Yilmaz, que asesora al partido nacionalista IYI y se postula como ministro de Hacienda si la oposición gana las elecciones.
El experto achaca a esta falta de confianza la bajada de la inversión extranjera en Turquía y plantea que recuperarla será la primera tarea del nuevo Gobierno, si este domingo gana el opositor Kemal Kiliçdaroglu, que recibe el apoyo de su partido, el socialdemócrata CHP, el del IYI y el de la izquierda prokurda.
"Estimamos la deuda pública de Turquía en un 50 % del producto interior bruto (PIB), pero incluso en el peor escenario, si tras limpiar todo el estropicio resulta estar en el 70 %, es algo que puedo manejar. En Europa, en general es muy superior", afirma.
Confía en una rápida vuelta de las inversiones extranjeras, favorecida por la ausencia de Rusia de los mercados y la polarización entre Occidente y China, y no ve problema en cumplir la promesa de Kiliçdaroglu de atraer 300.000 millones en cinco años.
El estado de las cuentas pública, señala, se ha ido agravando por la "desesperada" campaña electoral de Erdogan, que ha ofrecido enormes rebajas fiscales y extendido programas de ayuda social a 30 de los 86 millones de habitantes de Turquía.
"Cuanto más disminuyen las probabilidades de Erdogan de ganar las elecciones, más aumenta los gastos. Calcula que si pierde, no necesita preocuparse de qué viene después, el problema lo tendrán otros", describe Yilmaz esta táctica.
En el caso de que gane Erdogan, Turquía se enfrentará a un desastre económico sin un equipo humano que sea capaz de suavizar la caída, teme el economista.
De hecho, los problemas económicos y la común oposición a Erdogan son los elementos que unen a un bloque opositor con muchas fisuras ideológicas internas, y a sus votantes.
"Tal vez el único tema común que une a estas personas sea la acumulación de problemas económicos. Curiosamente, este asunto apenas se ha tomado como una cuestión de clase. Más bien se asocia a la creciente corrupción y al régimen unipersonal del propio Erdogan", señala Tarik Sengül, profesor de Ciencias Políticas en la Middle East Technical University.