Mateo Sancho Cardiel
Nueva York, 1 sep (EFE).- Wall Street empezó el mes de septiembre con un nuevo batacazo en el que el Dow Jones se dejó casi 470 puntos y estuvo a punto de perder los 16.000 enteros, lo que generó un extraño sentimiento que mezcló la alarma y la rutina.
Tras aquel "viernes negro" y el siguiente "lunes negro", ya ni siquiera apetece tildar el día de hoy, martes, con ese color.
Pero ahí queda de nuevo la retahíla de pérdidas: el Dow Jones llegó en algún momento de la sesión a perder más de un 3 % y 500 puntos, el Nasdaq perdió las ganancias de todo 2015, el año en el que revivió sus ardores de juventud previos a la explosión de las burbujas de las "punto com", y el S&P 500 fue el que más bajó hoy al cierre, un 2,96 %.
China volvió a ser el azote de los parqués, pero curiosamente no es que se oyeran ecos de una gran caída allí, sino que se hizo un efecto bola de nieve.
Shanghái cerró con una caída del 1,23 %, después de que indicadores económicos nacionales mostraran una contracción de la actividad industrial en agosto, pero las plazas internacionales sumaron además sus problemáticas y paranoias locales y superaron estos porcentajes.
Además de Nueva York, Londres cayó un 3,03 %, el DAX 30 de Fráncfort un 2,38 % y París un 2,40 %.
En el caso de Wall Street, el efecto dominó parece llevarse consigo el desbloqueo de los tipos de interés en Estados Unidos, medida que lleva acariciando largamente la Reserva Federal (Fed) y que simboliza el fin de las medidas de estímulo y la bienvenida de la consolidación de la economía del país.
No hace falta decir que, en este momento, no parece que las circunstancias acompañen para dar por terminada la crisis de 2008, sino que todo apunta a que, si bien se ha superado la alarma de entonces, parece que la capa de chapa y pintura que se dio a la economía estadounidense (y que fue especialmente deslumbrante en el mercado de valores) empieza a descascarillarse.
Además, la única buena noticia de ayer, la de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría dar su brazo a torcer y regular los precios del petróleo para frenar la escandalosa caída del último año, no tuvo hoy continuidad.
Así, el crudo de Texas cerró con una caída del 7,7 % hasta los 45,41 dólares el barril, casi neutralizando las ganancias de 8,8 % conseguidas ayer y hundiendo el sector energético. Más negrura sobre la negrura.