Por Inmaculada Sanz
MADRID (Reuters) - Artur Mas no superó el martes la primera votación de investidura como presidente de Cataluña, lo que ralentiza la elección de un gobierno que ponga en marcha el proceso independentista iniciado esta semana por el Parlamento de la región.
El candidato de la plataforma soberanista Junts pel Sí sólo obtuvo los 62 votos de su grupo, frente a 73 votos en contra, con lo que no consigue la mayoría absoluta necesaria para ser elegido en primera ronda en una cámara dividida sobre la idoneidad de que repita como president.
"El candidato ha de someterse a un segundo debate y a una segunda votación en la cual será suficiente la mayoría simple. La sesión se celebrará el jueves, 12 de noviembre, a las doce de la mañana", dijo la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, tras el resultado.
Los diez diputados de la independentista Candidatura de Unitat Popular (CUP), cuyo voto era clave para la mayoría absoluta, votaron en contra, impidiendo la reelección el martes del líder de Convergència Democràtica de Catalunya en un cargo que ocupa desde 2010.
Los anticapitalistas de la CUP, que llevan semanas negociando con JpS, no quieren como president a Mas, al que reprochan los recortes aplicados desde el poder a raíz de la crisis económica y los casos de corrupción en su partido.
En su discurso de investidura el lunes, Mas tendió la mano a la CUP, a la que advirtió de que el proceso hacia una Cataluña independiente en 18 meses fracasaría si él no era elegido presidente.
"Cuando Mas dice que el proceso se encalla sin él me parece un chantaje intolerable, el procés es de la gente", contestó el martes el diputado de la CUP Benet Salellas en Catalunya Ràdio.
Salellas sugirió que el próximo jefe del Ejecutivo catalán fuera Raul Romeva, el exeurodiputado ecosocialista que lideró la candidatura con la que JPS ganó las elecciones autonómicas del 27 de septiembre pasado. Romeva dijo el martes que el aspirante a presidir la Generalitat seguía siendo Mas.
De no lograr la mayoría simple en la segunda votación el jueves, las negociaciones sobre el futuro jefe de Gobierno catalán se prolongarían dos meses, tras los cuales, de no haber acuerdo, se tendrían que convocar nuevas elecciones.
DIVISIÓN Y TIRANTEZ
En las intervenciones del resto de las fuerzas políticas, el martes volvió a plasmarse la división en la que ha quedado sumido el Parlament después de que algo más del 47 por ciento de los catalanes dieran su apoyo a las fuerzas secesionistas.
Pese a las advertencias de que no cuentan con el respaldo de la mayoría de la población, JpS y la CUP afirman tener legitimidad para iniciar la independencia de una región que representa el 20 por ciento de la economía española.
"No tengo ningún interés por incumplir las leyes, (..) pero si las leyes van en contra de una demanda ciudadana se convierten en injustas", dijo Mas el martes.
La líder de la oposición en Cataluña, Inés Arrimadas, de Ciudadanos, pidió a Mas que retirara su candidatura y tildó de "victimismo" la actitud del político nacionalista convertido en líder del independentismo en los últimos años.
"Cuando habla de llamar a la insurrección y a la desobediencia, no cuela señor Mas (..). Cuando habla de defender a todos los catalanes y de que tiene un apoyo mayoritario social, lo siento señor Mas, pero no cuela", dijo Arrimadas.
Ciudadanos, al igual que los socialistas, apoya al Gobierno español en su defensa de la unidad de España y en su intento de frenar la propuesta independentista ante el Tribunal Constitucional, algo que previsiblemente hará el miércoles tras un Consejo de Ministros extraordinario.
El líder nacional del PSOE, Pedro Sánchez, apoyó al Gobierno en su recurso ante el Constitucional después de que el Consejo de Estado viera hoy base jurídica para esa impugnación, pero reiteró que el problema en Cataluña habrá de ser abordado "políticamente" tras las elecciones generales de diciembre.
"Con unidad, legalidad y política podremos renovar ese pacto de convivencia que está poniendo en riesgo el secesionismo en Cataluña", dijo Sánchez tras reunirse con Rajoy en Moncloa.