Por Clement Manirabarusha
BUJUMBURA (Reuters) - El Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon emplazó al gobierno de Burundi y a sus oponentes a que la violencia no haga descarrilar a las conversaciones apoyadas por Naciones Unidas, después de que la muerte del líder de la oposición originara que algunos opositores dijeran que abandonaría el diálogo.
Ban condenó el ataque perpetrado el sábado por un asaltante sin identificar sobre Zedi Feruzi, el jefe del partido UPD, que era contrario a la renovación del presidente Pierre Nkurunziza para un tercer mandato.
La decisión de Nkurunziza para concurrir de nuevo a las elecciones ha desatado la peor crisis en el pequeño país africano desde el fin de la guerra civil étnica en 2005.
Un enviado especial de la ONU a la región, Said Djinnit, y otros mediadores internacionales han celebrado conversaciones iniciales entre partes rivales para terminar con la crisis.
Los partidos de la oposición y activistas de la sociedad civil dicen que la apuesta de Nkurunziza para una reelección vila la constitución y el acuerdo de paz que acabó con el conflicto civil.
Manifestantes se enfrentaron regularmente con la policía el mes pasado y los disturbios provocaron un golpe de Estado fallido el 13 de mayo.
El presidente, que calificó las protestas como "una insurrección", se refirió a una sentencia del tribunal constitucional que dijo que su primer mandato, en el que fue elegido por el parlamento y no por votación popular, no contaba. Nkurunziza no ha mostrado señales de retirar su apuesta por concurrir a las elecciones.
El Secretario General de la ONU "emplaza a las partes a que el diálogo político consultivo no se vea agotado por aquellos que, mediante la violencia, buscan evitar la creación de un ambiente que conduzca a unas elecciones inclusivas, creíbles y pacíficas", dijo su oficina en un comunicado.
La crisis de Burundi se da lugar en una región con un historial de conflictos étnicos. Más de 110.000 burundeses- alrededor del 1 por ciento de la población del país, ha huido del país por miedo a que la violencia se extienda fuera de la capital.