Por Sarah White y Julien Toyer
MADRID (Reuters) - Los líderes catalanes esperan que unas elecciones regionales en septiembre mantengan vivo el proceso de independencia y obliguen al gobierno central a dar su brazo a torcer, pero se trata de una maniobra de doble filo.
El largo pulso por la independencia, cuyo apoyo se ha fortalecido durante la crisis económica de los últimos años, es un quebradero de cabeza para el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, que mantiene una postura inflexible respecto a las aspiraciones independentistas de los líderes catalanes.
Cataluña desafió al gobierno central y celebró una consulta simbólica sobre la independencia en noviembre de 2014. El resultado, en cualquier caso, fue dispar: en torno al 80 por ciento de los 2,2 millones de personas que acudieron a las urnas apoyó la secesión, pero la participación apenas superó el 40 por ciento.
Con unas elecciones generales programadas para finales de año, las votaciones para el parlamento catalán, convocadas esta semana por Artur Mas para el 27 de septiembre, convertirán seguramente la cuestión independendista en un tema central de la campaña electoral.
"Adelantar las elecciones regionales incrementará la presión sobre el gobierno para que ofrezca más concesiones a los catalanes", dijo Antonio Roldán, un analista del grupo Eurasia.
El equipo de Rajoy afirma que no parece que vaya a ofrecer mucho a Cataluña, que depende en gran medida de Madrid en materia de financiación, de cara a los comicios regionales de septiembre o en las elecciones generales, ya que eso reduciría sus apoyos entre los propios votantes del Partido Popular.
El propio presidente del Gobierno español dijo el jueves que la convocatoria de elecciones por parte de Mas no tenía sentido.
"Es simplemente la constatación y la evidencia del fracaso de una determinada política que sólo ha generado inestabilidad e incertidumbre", dijo.
Pero el Partido Socialista ha pedido una reforma constitucional, y el debate sobre crear un estado más federal o retocar el modelo de financiación autonómica podría empezar a tomar forma.
Una gran demostración de apoyo a los partidos pro-secesión, como el dirigido por Mas, podría dar a los líderes catalanes al menos más peso para discutir sus demandas, incluyendo más autonomía, mientras los políticos intentan convencer a los votantes de la segunda región más rica y poblada del país.
ÓRDAGO POLÍTICO
Las elecciones de septiembre son, en cualquier caso, un órdago para Mas y algunos de sus aliados, que corren el riesgo de exponer las divisiones entre sus filas. También será difícil mantener el clima actual durante los próximos ocho meses.
Al igual que el PP y la oposición socialista, los partidos catalanes podrían encontrar asimismo un duro rival en Podemos, que está ganando fuerza en todo el país y se opone a la independencia de Cataluña.
Encuestas recientes muestran además que Convergencia i Unió y a sus aliados de ERC se situarían claramente por debajo del 50 por ciento de los votos entre ambos.
A pesar de que ambas formaciones comparten una hoja de ruta común, no harán campaña con una única lista de candidatos al contrario de lo que había exigido Mas, y seguirán siendo rivales.
Mas dijo el viernes que esperaba que los catalanes apoyasen la independencia en las encuestas, aunque estaba listo para formar gobierno en caso de carecer de una mayoría en que apoyarse para continuar con el proceso independentista.
"Si el proceso no es ratificado pero gano las elecciones, intentaré gobernar", dijo en una radio catalana.
Todo ello podría dañar el intento de hacer de las elecciones catalanas un nuevo referéndum por la independencia, mientras que incluso un gran apoyo a los partidos a favor de la secesión no supondría necesariamente avanzar hacia la independencia.
"En Escocia, las condiciones de la independencia estaban claras, saldrían del Reino Unido si votaban 'sí'", dijo Antonio Barroso, analista de Teneo Intelligence.
Los escoceses votaron a favor de permanecer en la Unión en una consulta histórica celebrada el pasado septiembre. El gobierno británico había accedido previamente a respetar cualquiera que fuera el resultado en el referéndum.
Pero el gobierno central de Rajoy ha adoptado una postura firme que sostiene que una votación por la independencia iría contra la Constitución.
"No está tan claro en España", dijo Barroso.
(Traducido por Gabriel Sánchez; editado por Jesús Aguado)