Por Nelson Acosta
LA HABANA (Reuters) - Cuando el árbitro dio el martes por la tarde la voz del "playball" en el partido entre los Tampa Bay Rays y la selección nacional de Cuba, estadounidenses y cubanos olvidaron sus diferencias durante las más de tres horas que duró el juego.
Y muchos, en la isla y también a 145 kilómetros en Estados Unidos, esperan que con la reunión de Barack Obama y del mandatario Raúl Castro en La Habana para sellar el acercamiento entre los países, se avance en un acuerdo para que beisbolistas cubanos puedan jugar en la ligas mayores sin tener que desertar.
"Ese es el poder que tiene el béisbol, que puede cambiar actitudes", dijo Obama en una entrevista con ESPN en el estadio Latinoamericano en medio del partido, durante su histórica visita a Cuba que concluyó el martes. "No hay nada tan bueno como venir a un estadio de béisbol, sigue siendo un juego familiar".
Unos 50.000 aficionados cuidadosamente seleccionados, vieron junto a Castro y Obama como los Tampa Bay Rays se convirtieron en el segundo equipo estadounidense de Grandes Ligas en jugar en la isla de Gobierno comunista 17 años después de un partido de los Orioles de Baltimore que abrió el camino. [nL2N16T1HF]
Aquel encuentro en 1999, impulsado por el ex presidente Bill Clinton como parte de su iniciativa para facilitar las comunicaciones entre Washington y La Habana, es recordado como el primer paso de la llamada "diplomacia del béisbol".
"El idioma del béisbol es la religión de Cuba y también de Estados Unidos", reconoció previo al partido Joe Torre, jefe de operaciones de las Ligas Mayores de Estados Unidos.
Esta vez, los Tampa Bay Rays acabaron ganando 4 x 1 a la selección local.
El béisbol y la política se han entremezclado en Cuba desde los primeros días de la revolución de 1959, cuando Fidel Castro animaba a los Sugar Kings, el primer equipo cubano que se proclamó ese año ganador de las Ligas Menores norteamericanas.
Pero los Sugar Kings dejaron de recibir en el Gran Estadio a equipos estadounidenses cuando Castro decretó la nacionalización de todas las empresas estadounidenses en Cuba en los años 60.
DESERCIONES
Durante el más de medio siglo que ha durado la enemistad entre Washington y La Habana, cientos de peloteros cubanos se han entregado a mafias de contrabandistas o enfrentado a arduas travesías a través del Caribe por el sueño de obtener contratos millonarios en las Ligas Mayores (MLB) de Estados Unidos.
Uno de ellos es el primer bate de los Tampa Bay Rays, Dayron Varona, el único cubano que integra el equipo y quien abandonó ilegalmente la isla hace unos dos años en busca de su sueño.
Sólo el año pasado, unos 150 jugadores cubanos desertaron.
"Hemos sufrido muchas salidas de peloteros. Esperamos que con inteligencia se pueda arreglar esto y se acaben las deserciones. Que reciban su dinero, jueguen allá y regresen. ¿Por qué no?", dijo el experto en béisbol Sigfredo Barros.
La MLB quiere normalizar las transferencias de los jugadores de la isla, pero el acuerdo permanece estancado por el embargo económico que el propio Obama ha pedido a su Congreso levantar.
Los directivos del béisbol de ambos países confían en que el amistoso del martes acelere las negociaciones que Cuba y la MLB iniciaron el año pasado para que los peloteros cubanos no tengan que desertar a fin de sumarse a franquicias estadounidenses.
"Nuestra Federación está lista para que nuestros jugadores estén en las Grandes Ligas", dijo Higinio Vélez, presidente de la federación cubana. "Queremos que salgan por el aeropuerto con la frente en alto".