Por Babak Dehghanpisheh
BEIRUT (Reuters) - Un grupo muy improbable en Medio Oriente ha encontrado terreno común en los últimos días: Arabia Saudita, Israel y la línea dura dentro de Irán han dejado claro que ven al histórico acuerdo nuclear entre Teherán y las potencias mundiales como una idea muy mala.
Todos estos actores sienten una amenaza directa a su poder e influencia como resultado del acuerdo anunciado el martes pasado.
Por primera vez en más de tres décadas, Irán, un país con una población altamente educada de unos 80 millones de habitantes y enormes reservas de petróleo y gas, está a punto de unirse a la comunidad internacional y el resultado podría ser un cambio profundo tanto dentro como fuera de sus fronteras.
"La estructura geopolítica de Oriente Medio está cambiando", dijo Saeed Leylaz, un destacado economista con sede en Teherán que trabajó como asesor del ex presidente Mohammad Khatami. "Y la importancia geopolítica de Irán va en aumento", agregó.
Muchos observadores dicen que es probable que Teherán utilice el ingreso de dinero en efectivo generado por el levantamiento de las sanciones en su contra para estabilizar su dañada economía.
Pero Arabia Saudita e Israel temen que lo emplee para enviar armas y fondos adicionales a las fuerzas militares que apoya en la región, contribuyendo a desestabilizarla.
El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei, hizo poco para aliviar estas preocupaciones en un encendido discurso que marcó el final del mes sagrado del Ramadán el sábado.
Dijo que el acuerdo nuclear no cambiaría la política de Teherán de apoyar a sus aliados en Siria, Irak, Bahréin, Yemen, El Líbano y entre los palestinos.
Las políticas de Estados Unidos en la región son opuestas "en 180 grados" a las de Irán, dijo Khamenei.
La amplia participación de Irán en los conflictos de la región ha dejado a los aliados de larga data de Estados Unidos cuestionando por qué se alcanzó un pacto en primer lugar.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó el acuerdo como un "error histórico", mientras que el príncipe saudí Bandar bin Sultan, quien ocupó el cargo de embajador en Estados Unidos durante más de dos décadas, escribió que "sembraría el caos en Medio Oriente".
APRETÓN DE MANOS CON "SATANÁS"
Aunque es poco probable que Estados Unidos abandone a sus aliados tradicionales, involucrarse con Irán por primera vez en años podría cambiar el equilibrio de poder en la región, dicen los observadores.
Y a pesar de la retórica antiestadounidense de Khamenei, los funcionarios iraníes tendrán que trabajar con sus homólogos estadounidenses a medida que se implemente el acuerdo.
"Toda la historia de esta región en las últimas cuatro décadas se ha basado en el supuesto de que Irán está fuera de la región. Que existe una estrecha alianza entre los árabes y Estados Unidos para la gestión de Oriente Medio que no incluye a Irán", dijo Vali Nasr, el decano de la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados y ex asesor del Departamento de Estado de Estados Unidos.
"El acuerdo nuclear cambia eso. Si los árabes deberían estar preocupados por esto es una pregunta abierta, pero definitivamente están sorprendidos por su anuncio y están reaccionando ante ello", agregó.
Pero es tal vez dentro de Irán donde se sintió más el impacto de la operación diplomática.
El tabú de hablar con el "Gran Satanás", el término que los funcionarios iraníes han utilizado para referirse a Estados Unidos desde hace años, se ha roto. Esto presenta una amenaza a la línea dura que ve a la postura antiestadounidense de Irán como uno de los pilares de la Revolución Islámica de 1979.
"El impacto simbólico de hacer un trato es mucho más grande en Irán que en Estados Unidos", explicó Nasr.
"La idea de darle la mano al llamado Gran Satanás, llegar a un acuerdo con ellos, el simbolismo del ministro de Relaciones Exteriores reuniéndose con el secretario de Estado estadounidense (...) esto realmente cambia toda la narrativa política en Irán", agregó.