Por Nicolás Misculin
BUENOS AIRES, 10 dic (Reuters) - El líder de centroizquierda Alberto Fernández asumió el martes la presidencia de Argentina con la misión de enderezar el rumbo de una economía en crisis que lo obligará a hacer un delicado equilibrio entre las amplias demandas sociales y las de los inversores.
Con la presencia de mandatarios y funcionarios de algunos de los principales socios de Argentina, Fernández -de 60 años- juró como presidente ante el Congreso y por la tarde tomó juramento a sus ministros en la Casa Rosada, tras cuatro años de gestión del líder neoliberal Mauricio Macri.
"Queremos un Estado presente, constructor de justicia social", destacó Fernández durante el discurso de inauguración de su gestión en el Congreso.
Con una inflación superior al 50% anual, una economía en recesión y una pobreza cercana al 40%, la renegociación de una deuda pública cercana a los 100.000 millones de dólares -que parece impagable a corto plazo- será clave para el futuro de su Gobierno.
"No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece (...) El país tiene la voluntad de pagar, pero carece de capacidad para hacerlo", dijo el presidente argentino, que señaló que su prioridad será combatir el hambre y la pobreza.
Muchos inversores se han mostrado inquietos por la probabilidad de que Fernández se vuelque hacia una mayor regulación de la economía, como aplicó su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, cuando gobernó el país entre 2007 y 2015.
Como las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (al que Argentina adeuda alrededor de 44.000 millones de dólares) son vitales, Fernández eligió para el Ministerio de Economía a un académico especializado en deuda, Martín Guzmán, un joven discípulo del Premio Nobel Joseph Stiglitz.
La presencia del presidente cubano de izquierda Miguel Díaz-Canel durante el acto de toma de posesión y la ausencia del mandatario brasileño de ultraderecha Jair Bolsonaro daba un indicio de cuál será el alineamiento internacional de Fernández.
El presidente argentino dijo igualmente el martes que buscará "construir una agenda ambiciosa" con Brasil, más allá de sus diferencias con Bolsonaro.
La titular del FMI, Kristalina Georgieva, saludó por la tarde a Fernández y dijo a través de un tuit que comparte los objetivos de bajar la pobreza e impulsar el crecimiento del país.
FESTEJO POPULAR
Una multitud con banderas de apoyo hizo resonar tambores y cantó en los alrededores del Parlamento y también en la histórica Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, donde hubo un extenso festival con bandas musicales.
Algunos vendedores ofrecían camisetas con la cara de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y la leyenda "Volvimos".
"Yo trabajaba en una empresa de tarjetas de crédito que cerró más de 15 sucursales y nos quedamos todos sin trabajo. Nosotros como pueblo tenemos mucha esperanza puesta en Alberto", dijo a Reuters Verónica Quintana, una vendedora ambulante de 34 años, en Plaza de Mayo.
Más allá de las simpatías que busque mantener, cualquier ajuste de la economía podría afectar la cohesión de la heterogénea alianza de centroizquierda que llevó a Fernández al poder, por lo que se espera un cambio respecto de las políticas de austeridad impulsadas por su predecesor Macri.
Los fuertes sindicatos peronistas reclaman alzas salariales que permitan a los trabajadores recuperar el poder de compra que perdieron en los últimos años por la alta inflación, mientras que las organizaciones de desocupados piden un aumento de los subsidios para los más pobres.
Si la economía no vuelve a crecer, será dificil que Fernández pueda satisfacer todas las demandas sin descuidar el equilibrio de las cuentas públicas.
(Reporte de Nicolás Misculin, con reporte adicional de Marina Lammertyn, Maximilian Heath, Eliana Raszewski, Cassandra Garrison, Joan Santiago López y Walter Bianchi. Editado por Gabriela Donoso, Juana Casas y Rodrigo Charme)