Por Kathryn Doyle
Reuters Health - Una loción fluorescente y la luz negra revelaron que los profesionales de la salud a menudo contaminan su piel y su vestimenta cuando se quitan los guantes y los trajes que usan.
Esta contaminación, según publican en JAMA Internal Medicine los autores de un nuevo estudio, disemina gérmenes y expone a los trabajadores al riesgo de adquirir una infección.
"A los participantes les sorprendió ver con qué frecuencia se contaminaban durante el cambio (del equipo de protección personal)", dijo el autor principal, doctor Curtis J. Donskey, del Centro Médico de Asuntos del Veterano, Cleveland.
"La mayoría ignoraba este alto riesgo de contaminación y muchos manifestaron que recibían entrenamiento mínimo o nulo sobre cómo ponerse y sacarse (las prendas de protección personal)", señaló el especialista vía correo electrónico.
El personal contaminado puede diseminar los patógenos a otros pacientes vulnerables.
Los autores convocaron a médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud de cuatro hospitales de Cleveland para participar de 435 simulaciones. Los enfermeros participaron en la mitad de esos experimentos.
Los participantes se colocaron trajes y guantes de protección como lo hacían habitualmente, y luego se les colocó una pequeña cantidad de loción fluorescente en las palmas de las manos que ellos se frotaron durante 15 segundos para simular guantes sucios, que se pasaron sobre el traje en la zona del pecho y el abdomen. Entonces, reemplazaron los guantes sucios por otro par limpio.
Tras quitarse el traje a su manera, el equipo utilizó una luz negra para detectar la contaminación con la loción en las manos, los brazos, el cuello, la cara, el cabello y la ropa.
En un 46 por ciento de los casos, los autores detectaron contaminación de la piel y las prendas. La mayoría de las veces ocurrió al quitarse los guantes.
El equipo también observó si la técnica para manipular los trajes de protección era la adecuada y halló que la contaminación ocurrió el 70 por ciento de las veces con la técnica incorrecta, comparado con el 30 por ciento de las veces con la técnica adecuada.
El autor destacó la importancia de que el personal se lave las manos después de quitarse los guantes y el traje para contrarrestar la contaminación en el caso de haber ocurrido.
El equipo repitió el experimento con un grupo de profesionales que habían concurrido a un entrenamiento especial en control de infecciones, con un vídeo de 10 minutos y demostraciones con práctica durante 20 minutos.
Antes de las sesiones, los participantes se contaminaban el 60 por ciento de las veces, mientras que después del entrenamiento lo hicieron en casi el 19 por ciento de las prácticas. A los tres meses, todavía se mantenía el cambio de hábitos.
"Esto sugiere que el entrenamiento con loción fluorescente sirve para identificar las deficiencias menores en la técnica que favorece la contaminación", indicó Donskey.
La experiencia reciente con el virus del Ebola en Estados Unidos demuestra que es posible autocontaminarse al quitarse el traje de protección, pero la doctora Michelle Doll, de Virginia Commonwealth University (Richmond) y coautora de un comentario sobre el estudio, opinó que este estudio expone un problema más amplio durante el cuidado habitual de los pacientes.