DAKAR, 31 ago (Reuters) - Un día después de derrocar al Gobierno, nombrar a un nuevo líder y detener en su residencia al presidente Ali Bongo, Gabón se mantenía a la espera de los próximos movimientos de su nueva junta militar.
Esta última declaró la toma del poder en la televisión nacional antes del amanecer del miércoles y anuló los resultados electorales que minutos antes habían otorgado a Bongo un tercer mandato en el poder, y que habrían prolongado los 56 años de su familia en el poder.
El golpe de Estado es el octavo en África Occidental y Central desde 2020, y el segundo —después del de Níger— en otros tantos meses. La mayoría de los golpes se han producido en países francófonos. Los militares también han tomado el poder en Mali, Guinea, Burkina Faso y Chad, anulando los avances democráticos conseguidos desde la década de y aumentando el temor entre las potencias extranjeras que tienen intereses estratégicos en la región.
Gabón, miembro de la OPEP, es un importante productor de petróleo y manganeso, y su presidente derrocado también ha hecho grandes esfuerzos para proteger sus inmensos bosques vírgenes y sus elefantes, en peligro de extinción.
Sin embargo, la popularidad de Bongo había ido menguando entre acusaciones de corrupción, elecciones fraudulentas y la incapacidad de destinar una mayor parte de los ingresos del petróleo gabonés a los pobres del país.
Bongo asumió el poder en 2009 tras la muerte de su padre Omar, que había gobernado desde 1967.
Cientos de personas celebraron el miércoles la intervención militar en las calles de la capital, Libreville, al tiempo que Naciones Unidas, la Unión Africana y Francia, el antiguo gobernante colonial de Gabón que tiene tropas estacionadas allí, condenaban el golpe de Estado.
(Reporte de Edward McAllister; Edición de Anait Miridzhanian y Simon Cameron-Moore; Editado en español por Flora Gómez)