BAGDAD (Reuters) - El primer ministro iraquí, Haider al-Abadi validó el domingo la decisión de un consejo de investigación para llevar a comandantes militares a un consejo de guerra por abandonar sus posiciones en la batalla contra los militantes del Estado Islámico en Ramadi.
El anuncio se produce en un momento en el que Abadi quiere impulsar una gran reforma para combatir la corrupción y la mala gestión de la mayor conmoción que ha sacudido al sistema desde la ocupación militar estadounidense.
Ramadi, capital de la provincia occidental de Anbar, cayó en manos de los militantes del Estado Islámico en mayo, dinamitando las esperanzas de Bagdad de una rápida expulsión de los rebeldes en el norte y oeste del país tras las victorias anteriores en las provincias orientales.
El colapso del ejército en junio de 2014 cuando el Estado Islámico tomó control de la ciudad norteña de Mosul dejó al gobierno de Bagdad a merced de las milicias chiítas, muchas financiadas y asistidas por el vecino Irán, para defender la capital y recuperar el terreno perdido.
Los críticos achacaron la debilidad de las fuerzas armadas a las divisiones sectarias, la corrupción y los políticos.
La caída de Ramadi casi un año después, socavó la política de Abadi de mantener las milicias al margen de Anbar, el corazón sunita, por temor a avivar las tensiones sectarias. Las milicias están luchando junto a las fuerzas de seguridad en muchos lugares.