Por Alvise Armellini
ROMA, 19 mar (Reuters) - La gran residencia romana donde el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi tenía su cuartel general político —y presuntamente organizaba fiestas sexuales— se ha convertido en la sede de la prensa internacional.
Berlusconi, fallecido el pasado mes de junio a los 86 años, dominó la política italiana a partir de la década de 1990, con una vida política salpicada por acusaciones de corrupción y los escándalos sexuales llamados "bunga bunga". Ocupó una parte del Palazzo Grazioli entre 1996 y 2020.
El espacio, de 1.600 metros cuadrados, se ha convertido ahora en una oficina y centro de conferencias de prensa, con lámparas de araña y frescos pintados en el techo, para los 450 miembros de la Asociación de la Prensa Extranjera de Italia.
El Estado italiano paga tradicionalmente el alquiler de la asociación y la nueva y reluciente sede, situada junto a la céntrica Piazza Venezia, fue inaugurada el martes por el presidente italiano, Sergio Mattarella.
Una de las muchas casas que el multimillonario Berlusconi tiene repartidas por toda Italia, contaba durante su ocupación con un despacho con ventanas a prueba de balas y una cama con dosel de tamaño doble donada por el presidente ruso Vladimir Putin, amigo personal.
La residencia también estuvo vinculada a la prostitución. El empresario Gianpaolo Tarantini fue condenado por reclutar prostitutas para que asistieran a las fiestas nocturnas de Berlusconi en el Palazzo, con la esperanza de obtener favores del entonces primer ministro.
Una de estas mujeres, Patrizia D'Addario, dijo ante el tribunal y en un libro que se negó a participar en una orgía con Berlusconi, pero que mantuvo relaciones sexuales con él en la cama que le regaló Putin la noche en que Barack Obama ganó sus primeras elecciones presidenciales en Estados Unidos, en 2008.
Berlusconi dijo en 2009 que no sabía que D'Addario era una prostituta, pero nunca negó explícitamente su noche juntos, admitiendo que no era "ningún santo".
El duque Giulio Grazioli, un aristócrata cuya familia es propietaria del Palazzo desde la década de 1840, dijo al Anuario de la Asociación de la Prensa Extranjera que vio entrar y salir a mucha gente mientras Berlusconi era su inquilino.
"Era muy entretenido desde ese punto de vista", afirmó.
Berlusconi, un magnate conservador de los medios de comunicación constantemente acosado por cuestiones de conflicto de intereses, mantenía una relación incómoda con la prensa y desconfiaba especialmente de los medios extranjeros, que consideraba parciales en su contra.
"No sé qué estaría pensando Berlusconi, desde allí arriba, (...) sobre esta panda de comunistas, como diría él, instalándose en el Palazzo Grazioli", bromeó el mes pasado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en un acto con periodistas extranjeros.
(Reporte de Alvise Armellini; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)