Por Lorraine L. Janezczko
Los pacientes con cáncer de esófago y de la unión gastroesofágica tratados con una esofagectomía mínimamente invasiva viven más tiempo que aquellos tratados con una esofagectomía abierta o híbrida (EA), según revela un nuevo estudio.
"La esofagectomía mínimamente invasiva (EMI) cada vez se utiliza más para el tratamiento de los pacientes con cáncer del esófago y de la unión gastroesofágica (CE). Este estudio respalda esa aplicación por su superioridad en la sobrevida, la mortalidad periquirúrgica y la gravedad de las complicaciones posquirúrgicas", escribe el equipo en American College of Surgeons.
El equipo del doctor Francesco Palazzo, de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia, revisó su base de datos prospectiva de los pacientes con cáncer tratados con una esofagectomía en 4,5 años. Todos tenían adenocarcinoma o carcinoma de las células escamosas de esófago, de la unión gastroesofágica o del cardias del estómago. Los autores excluyeron a los pacientes con displasia de alto grado.
La edad de los grupos tratados con EMI (n=104) y EA (n=68) era alrededor de 60 años y la mayoría de los participantes eran hombres. El grupo tratado con EMI tendía a tener un IMC más alto y un cáncer en etapa más temprana que el otro grupo; además, era menos propensos a recibir quimioterapia neoadyuvante (QNA).
Con la EMI también disminuyeron la mortalidad durante la cirugía (3,9 frente al 8,8 por ciento) y las complicaciones graves.
En el grupo tratado con la EMI se utilizó una toracoscopia/laparoscopia/cervicotomía en tres campos o una laparoscopia/toracoscopia/esofagectomía de Ivor Lewis.
En los 13 participantes en los que se utilizó la cirugía abierta para operar el tórax o el abdomen y el enfoque mínimamente invasivo para completar la intervención, el procedimiento se definió como esofagectomía híbrida.
El equipo también revisó las historias clínicas de 55 pacientes tratados sólo con el enfoque abierto (39 pacientes con tres campos y 16 pacientes con la cirugía de Ivor Lewis) y analizó los procedimientos abierto e híbrido como un solo enfoque para compararlos con la EMI.
Los autores utilizaron la estimación de Kaplan-Meier para comparar la sobrevida y la regresión de Cox para evaluar el efecto de la cirugía en la mortalidad, de acuerdo con la edad, el género, la cantidad de nódulos linfáticos, la relación de nódulos linfáticos afectados, la QNA y el estadio patológico de la enfermedad.
La sobrevida a cinco años entre los grupos varió significativamente (EMI 64 por ciento frente a EA 35 por ciento; p<0,001) y el análisis de variables múltiples reveló que el uso de la EA reducía significativamente la sobrevida respecto de la EMI, sin importar la edad, la relación de nódulos linfáticos afectados, la QNA y el estadio tumoral (HR=2,00; p=0,019).
"Se necesitan estudios prospectivos con un seguimiento más prolongado para replicar estos resultados", señala el equipo.
Mientras que los resultados prueban la seguridad de los resultados periquirúrgicos y posquirúrgicos de la EMI y aportan información de la efectividad oncológica del procedimiento, los autores esperan obtener más información del período de seguimiento de los últimos ensayos clínicos.