Por Malena Castaldi y Irene Schreiber
MONTEVIDEO (Reuters) - Uruguay sorprendió al mundo al legalizar la producción y venta de marihuana para combatir al narcotráfico. Pero su revolución del cannabis está siendo más lenta de lo que muchos imaginaban.
Aunque la ley fue aprobada hace diez meses, nadie sabe cuándo comenzará el primer experimento en el planeta de venta de marihuana regulada por el Estado con fines recreativos.
Para explicar el retraso, el Gobierno del presidente José Mujica, un ex guerrillero izquierdista de 79 años que también legalizó el matrimonio gay y el aborto, asegura que necesita tiempo para analizar y aplicar el modelo. Pero la oposición dice que es otra muestra de la improvisación de las autoridades.
Sólo el reglamento de la ley -que permite el cultivo para consumo personal, la producción comercial de marihuana y venta en farmacias- se demoró un mes más de lo previsto en publicarse.
"Estamos deseando que esto se implemente cuanto antes", dijo a Reuters el presidente de la Federación de Cannabicultores del Uruguay, Julio Rey. "La burocracia parece tener vida más allá de la intención política", dijo.
Parte del problema es la falta de antecedentes en el mundo.
Con una óptica que busca superar la estrategia represiva tradicional, el socialista Mujica apuesta a que si el Estado controla la producción y la venta de marihuana puede debilitar al narcotráfico con las propias leyes del mercado.
"Estamos en una etapa de implementación", explica Sebastián Sabini, un diputado de la coalición de gobierno Frente Amplio e impulsor de la ley. "Es decir, implica la generación de una institucionalidad que no existía", dijo.
Pero es una carrera contra el reloj: en cinco meses Mujica tiene que dejar la presidencia de la nación sudamericana, famosa por sus exportaciones de carne y sus habilidosos futbolistas.
De no lograr implementar por completo la iniciativa, el candidato opositor Luis Lacalle Pou -que va segundo en los sondeos detrás del oficialista Tabaré Vázquez- podría intentar dar marcha atrás con la norma si gana las elecciones en 2014.
"Es una ley inaplicable en la realidad", dijo el postulante del conservador Partido Nacional, quien podría llegar a una segunda vuelta electoral.
"El Estado como regulador y controlador, con plantadores específicos, una venta bajo registro, todo es muy complejo. Es un sistema que la gente que consume no quiere", agregó Lacalle Pou, que a pesar de todo se ha mostrado a favor del autocultivo.
El experimento de la marihuana -como insiste en llamarlo Mujica-, aprobado en diciembre pasado, es rechazado por más de la mitad de los uruguayos, muestran sondeos.
Pero pese a la resistencia, es complicado que la iniciativa sea derogada.
Incluso si Lacalle Pou ganara las elecciones y quisiera hacerlo, debería enviar al Congreso un nuevo proyecto de ley -que contara con respaldo mayoritario- para anularla.
BUSCANDO IDEAS
Por lo pronto, el Gobierno convocó semanas atrás a los inversores interesados en cultivar las primeras cinco toneladas de cannabis a discutir cuáles serían los mejores modelos productivos y económicos de producción de marihuana.
Se presentaron 22 solicitudes para producir cannabis a nivel comercial de distribución en farmacias: ocho uruguayas, 10 extranjeras y cuatro de integración mixta, aunque el gobierno aseguró que previamente recibió un centenar de consultas.
Pero antes de adjudicar los permisos de un negocio que dejaría unos 250.000 dólares de ganancia anual a cada productor, el nuevo Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) quiere intercambiar información con ellos para ver cuáles podrían ser los mejores modelos para producir marihuana.
Para el autocultivo, en agosto fue abierto un registro para las personas que quieren sembrar hasta seis plantas en su casa. Y para sorpresa de muchos sólo unas pocas decenas de uruguayos se anotaron en los primeros días; algunos creen que por temor a revelar su identidad.
Otros países permiten la posesión de marihuana para uso recreativo o medicinal y Holanda permite su venta en tiendas, pero Uruguay es el primero en legalizar la cadena completa desde la producción a la venta.
El consumo ya era legal en el país sudamericano y unos 150.000 uruguayos usan marihuana con fines recreativos.
La ley permite la producción y compra de hasta 40 gramos de cannabis por persona al mes con la supervisión del Estado.
Y si tiene éxito podría respaldar los argumentos a favor de la legalización de la marihuana en una América Latina donde la represión frontal de la "guerra contra las drogas" no ha conseguido frenar el avance del narcotráfico.
La experiencia es seguida de cerca en Estados Unidos, donde estados como Washington y Oregon han liberado el cultivo y el consumo de cannabis.
¿VÍCTIMAS DE SUS PROMESAS?
El error del Gobierno fue haber fijado plazos de forma apresurada que ahora no puede cumplir por estar transitando por un terreno nuevo y desconocido, dijo a Reuters una fuente gubernamental que pidió omitir su nombre.
La reglamentación de la marihuana para uso medicinal, que en el largo plazo podría convertir a Uruguay en un exportador, iba a ser publicada en julio pero fue aplazada hasta nuevo aviso.
Y aún se espera la normativa que regirá la producción industrial de cáñamo, una variedad de cannabis con bajo nivel de alcaloides usada para fabricar plásticos y tejidos.
Mientras tanto, falta por aclarar algunas reglas del juego para la producción y la distribución de la marihuana en las farmacias.
¿Cuáles serán las exigencias fitosanitarias? ¿Qué variedades de cannabis serán importadas por el Estado?, son algunas preguntas que se hacen las empresas interesadas y que en gran parte deberán ser respondidas por el IRCCA.
Todo esto hace imposible que el Gobierno cumpla con su meta de empezar a vender marihuana a un dólar por gramo a más tardar en diciembre, como preveía, admitió hace poco Mujica.
Juan Vaz, el presidente de la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay, que promueve y lidera investigaciones sobre el tema, dice que ninguna revolución se hace de la noche a la mañana.
Quizás por eso desde hace un año estableció un club de fumadores clandestino en el centro de Montevideo.
"Nosotros venimos luchando por esto hace 10 años", dijo el licenciado informático devenido activista del cultivo legal, el primer uruguayo en inscribirse como cultivador de marihuana hace tres semanas. "No tenemos apuro de tiempo".