Por Noah Barkin y Mark John
BERLÍN/PARÍS (Reuters) - Alemania y Francia tratarán de reconciliar unas visiones divergentes sobre cómo arreglar la economía de Europa cuando Manuel Valls realice el lunes su primera visita a Berlín como primer ministro fracés y se reúna con Angela Merkel.
El viaje se produce en un momento en el que Europa pasa apuros para superar las consecuencias de una crisis financiera prolongada que ha empobrecido a sus ciudadanos, aumentando el paro, y los ha llevado a abrazar a opciones políticas extremas como respuesta.
Aunque el riesgo es que Valls y Merkel hablen pero no se escuchen: el francés pidiendo impulsar el crecimiento y haciendo entender a Berlín sus promesas fiscales rotas, y la alemana pidiendo el imposible político de rogor y reformas fiscales a París.
El resultado de su almuerzo de una hora en la cancillería de Merkel será seguido de cerca por otros países de la zona euro como España, Grecia, Irlanda o Portugal, donde los líderes han seguido las normas de la UE y han sometido a sus ciudadanos a una auténtica austeridad.
"No tenemos interés en humillar a los franceses", dijo un responsable alemán que pidió no ser identificado.
"Pero nos gustaría sacar algo de ellos – incluida una acción real y verificable de reforma estructural – a cambio de dejarlos en paz", dijo. "El problema será encontrar un compromiso aceptable políticamente tanto para los franceses como para los alemanes", dijo.
Hace una década, los líderes de las dos principales economías de Europa renegaron de las promesas de controlar sus déficit públicos - una transgresión que algunos dijeron que minaba las normas del bloque sobre disciplina fiscal y que sentó las bases de la crisis de deuda soberana de cinco años después.
La diferencia es que Berlín ha ido poco a poco reduciendo su déficit, con una moderación salarial y polémicas reformas laborales. Francia no hizo nada apenas - e incumplió al menos res objetivos más sobre el déficit.
Francia ha reconocido este mismo mes que no reducirá su déficit hasta el límite que marca la UE hasta 2017. Inicialmente había prometido hacerlo para 2013, antes de lograr una prórroga hasta 2015.
"Conceder a Francia otros dos años sobre el déficit creará problemas en otros miembros de la zona euro", dijo Daniela Schwarzer, del Fondo Marshall en Berlín.
"Países como Portugal, que estuvo forzado a tomar unas duras medidas, verán un doble rasero. Otros intentarán lograr la misma flexibilidad que Francia. Los alemanes son muy conscientes de esto", dijo.
ECOS DE SCHRÖDER
Valls es un centrista dentro del Partido Socialista que ha repetido antes de su visita a Berlín el nombre de Gerhard Schröder, el excanciller socialdemócrata alemán que realizó reformas en Alemania en la década de 2000. Ahora tratará de convencer a Merkel de que él puede hacer los mismo en Francia.
Su agenda en Alemania envía una señal amistosa.
Tras un recibimiento sobre alfombra roja y honores militares el lunes, Valls dará un discurso a los empresarios alemanes el martes. Luego viaja a la sede de Hamburgo del fabricante de aviones francoalemán Airbus y a Stuttgart, el corazón del poderío industrial alemán.
La duda es qué puede lograr Valls en los dos años que le quedan de mandato al presidente Francois Hollande, que podrían ser pocos para las expectativas de Merkel.
Existen dos grandes proyectos en marcha: una "ley de crecimiento" dirigida a liberalizar el horario comercial y los sectores muy regulados de la economía francesa, desde las farmacias a los profesionales legales; y una relajación de las restricciones a las empresas para la representación de los trabajadores y otros beneficios.
Ambas son polémicas para los sindicatos y la izquierda francesa, y ya han generado protestas en las calles y amenazas de huelgas. Pocos en Berlín creen que las reformas en Francia alcancen las realizadas en Alemania.
"Se ha hecho muy poco. Necesitan hacer mucho más", dijo un ayudante de la canciller.
Valls sobrevivió a un voto de confianza tras una reforma de su Gobierno la pasada semanal, pero no tuvo mayoría absoluta - lo que implica que los futuros intentos de controlar el gasto público o realizar reformas pueden verse contestadas por izquierdists rebeldes.
PRESIÓN DE LA DERECHA
Valls tratará de hacer caso omiso del desequilibrio entre la baja popularidad de su Gobierno y la alta popularidad de Merkel. Él dijo el viernes a periodistas que quería que la reunión tuviera un "espíritu positivo", pero que no estará allí para buscar la indulgencia de Alemania.
Apuntará a los ataques aéreos de Francia contra Estado Islámico (IS) en Irak, que comenzaron el viernes, como una señal de que se toma en serio sus responsabilidades.
Pero cualquier signo de debilidad de Valls en Berlín será explotado por sus rivales políticos en casa, sobre todo por Marine Le Pen y su Frente Nacional.
"El argumento central de Valls será: no hemos cambiado nuestras metas pero hay menos crecimiento en Europa, menos crecimiento en Francia y menos inflación. El contexto ha cambiado, no la voluntad de reforma", dijo Claire Demesmay, del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP).
Si Merkel acepta o no la argumentación sigue en el aire. Ella tiene detractores también en Alternativa para Alemania (AfD), un emergente partido euroescéptico que pone nerviosos a los democristianos de su partido, CDU.