BERLÍN (Reuters) - En su primer acto como primer ministro el lunes, Alexis Tsipras se desplazó hasta el memorial de guerra de Kaisariani, donde 200 combatientes de la resistencia griega fueron ejecutados por los nazis en 1944.
La visita no pasó inadvertida en Berlín. Tampoco lo hizo la decisión de Tsipras, horas después, de recibir al embajador ruso antes que a cualquier otra autoridad extranjera.
Después vino el nombramiento del académico radical Yanis Varoufakis, que catalogó una vez las políticas de austeridad alemanas de "asfixia fiscal", como ministro de Economía. Poco después, Tsipras lanzó un nuevo golpe criticando un comunicado de la Unión Europea que advertía a Moscú de nuevas sanciones.
Las previsiones en el entorno de la canciller alemana Angela Merkel antes de las elecciones griegas contemplaban al carismático líder de Syriza logrando la victoria por un estrecho margen, luchando para formar una coalición y, si lo lograba, cambiar rápidamente la confrontación por el compromiso.
Sin embargo, después de conseguir un triunfo abultado en los comicios y formar rápidamente una coalición con el partido derechista Griegos Independientes, ha demostrado en sus primeros días en el cargo que no tiene intención de echarse atrás, desarbolando a las autoridades en Berlín, algunas de las cuales admiten estar sorprendidas por el intenso arranque de Tsipras.
"Sin duda, estábamos sorprendidos por lo amplio de la victoria de Syriza y la velocidad con la que Tsipras ha armado una coalición", dijo un alto responsable alemán, que pidió no ser identificado debido a lo sensible del tema.
Otro dijo que la elección del socio de coalición de Tsipras y el nombramiento de Varoufakis como ministro de Economía "no eran buenos signos", mientras que un tercero admitió estar "impresionado" por los primeros días en el cargo del primer ministro griego.
Algunas personalidades cercanas a Merkel afirman que aún creen que Tsipras cambiará finalmente de rumbo, suavizando sus promesas electorales y firmando las reformas económicas en las que Berlín y la Unión Europea han insistido como condición para enviar más ayuda económica a un país que la necesita desesperadamente para cumplir con los pagos de su deuda.
Pero los últimos días han suscitado algunas dudas sobre esta hipótesis.
CAMBIO RADICAL
Incluso con la bolsa griega hundiéndose y la rentabilidad de los bonos aumentando el miércoles, Tsipras siguió prometiendo un cambio "radical".
En las últimas 24 horas, el gobierno ha congelado dos grandes privatizaciones, y sus ministros han prometido aumentar las pensiones y volver a contratar a trabajadores del sector público que habían sido despedidos.
En respuesta, el ministro de Economía alemán y el vicecanciller Sigmar Gabriel criticaron al gobierno de Atenas el miércoles en términos inusualmente duros por bloquear las privatizaciones sin consulta previa, y enviaron una advertencia a Tsipras, asegurando que la eurozona puede sobrevivir sin Grecia.
"Ya no nos tendremos que preocupar más como hacíamos antes", dijo Gabriel cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que Grecia pudiera abandonar el bloque de la moneda única.
Marcel Fratzscher, líder del instituto económico DIW en Berlín y antiguo alto cargo del Banco Central Europeo, dijo que Tsipras estaba jugando a "un juego muy peligroso".
"Si la gente empieza a pensar que de verdad va en serio, podrían darse fugas masivas de capital y la huida de los bancos", dijo Fratzscher. "Te sitúas rápidamente en un punto en que la salida del euro se vuelve más posible".
Las autoridades señalan a una cumbre de líderes de la Unión Europea en Bruselas los días 12 y 13 de febrero como la primera prueba de fuego para Tsipras.