Por Alexandros Avramidis y Karolina Tagaris
EVROS, GRECIA/ATHENS, 25 ago (Reuters) - En el calcinado paisaje griego cercano a la frontera con Turquía, un grupo de cadáveres ennegrecidos yacen entre las cenizas de lo que antaño fue un frondoso bosque que ofrecía a los migrantes la cobertura perfecta para cruzar a la Unión Europea. Dos de los muertos encontrados esta semana eran niños.
Un grupo de 18 inmigrantes fue hallado el martes cerca de la localidad de Avantas, en el noreste de Grecia, donde un feroz incendio forestal arrasó con una velocidad devastadora, uno de los cientos que se han producido en todo el país alimentados por las altas temperaturas y azotados por vientos huracanados. El jueves se encontró un decimonoveno cadáver en otra zona del bosque.
Cerca de Avantas se encontraron entre siete y ocho cadáveres acurrucados en lo que parecía un último abrazo. Otros estaban enterrados entre los restos de un refugio destruido por las llamas.
"Se dieron cuenta, en el último momento, de que se acercaba el final", declaró Pavlos Pavlidis, el forense que acudió el martes al lugar de los hechos para examinar los cuerpos calcinados hasta quedar irreconocibles. "Fue un intento desesperado de protegerse".
Poco más de dos meses después de que cientos de migrantes perecieran en el mar frente a Grecia intentando llegar a Europa desde Libia, otro grupo que tomaba lo que parecía una ruta más segura fue detenido no por una embarcación desvencijada, sino por la feroz fuerza de la naturaleza.
Las imágenes por satélite de antes y después del incendio muestran la devastación causada a lo largo de una ruta que ha demostrado ser popular entre los migrantes de Oriente Medio y Asia.
Franjas de vegetación se han convertido en un árido paisaje, árboles convertidos en palos de carbón. La vegetación que debía ofrecer protección para eludir a la policía griega se ha convertido en una trampa mortal.
La única mancha de color en la zona donde se encontraron los cadáveres eran dos guantes médicos azules dejados por los investigadores.
En los primeros días del incendio, George Hatzigeorgiou, presidente de la comunidad de Avantas, dijo haber visto tres grupos de inmigrantes en la zona.
"Había una mujer con un niño, la mujer llevaba un pañuelo en la cabeza, y el fuego estaba a 100 metros", dijo Hatzigeorgiou, relatando cómo él y un amigo tocaron la bocina para llamar su atención.
"Les supliqué, en inglés, que fueran a la plaza del pueblo. No paraban de decir 'policía, policía'. Tenían miedo de que les detuvieran", explica. "Les dije que era mejor ir a la plaza y ser detenidos que quemarse vivos".
Se presume que las personas que perecieron en el bosque forman parte de los miles que cada año cruzan a Grecia desde Turquía a través del caudaloso río Evros, que delimita gran parte de la frontera terrestre entre ambos países.
De las 18.700 personas que llegaron a Grecia el año pasado, un tercio lo hizo por tierra, según datos de las Naciones Unidas. Casi 4.000 personas han cruzado el Evros este año, y la policía griega afirma que hubo un repunte en agosto.
Hatzigeorgiou dice que a menudo encuentra bolsas y mochilas con liras turcas o paquetes de medicamentos en turco tirados por el pueblo por personas que se desplazan.
"Llevamos muchos años viendo a estas personas, casi a diario", afirma. "He encontrado cientos de cosas así".
Grupos de derechos humanos y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) llevan tiempo acusando a Grecia de maltratar a los que se encuentran en la frontera y a veces obligarlos a regresar a Turquía, una práctica ilegal según el derecho internacional.
En una declaración tras el hallazgo de los cadáveres el martes, Adriana Tidona, investigadora sobre migración de Amnistía Internacional, afirmó que las autoridades "han respondido sistemáticamente con devoluciones forzosas ilegales en la frontera, denegación del derecho a solicitar asilo y violencia".
Grecia niega las acusaciones y afirma que su política migratoria, "estricta pero justa", protege las fronteras de la UE.
En la morgue, Pavlidis ha recogido muestras de ADN de los cadáveres, la única forma de que puedan ser identificados.
"No se les ve la cara, no se les ve nada", dijo. Sólo sobrevivieron un par de relojes y dos anillos.
El fuego sigue ardiendo en la zona y Hatzigeorgiou teme que se encuentren más cadáveres en el bosque.
"Para mí, es casi seguro", dijo.
(Información adicional de Lefteris Papadimas; redactado por Karolina Tagaris; editado por Andrew Heavens; editado en español por Javi West Larrañaga)