Por Angelo Amante y Crispian Balmer
ROMA, 27 ene (Reuters) - La cuarta ronda de votaciones para elegir a un nuevo presidente italiano parecía condenada al fracaso el jueves, después de que los principales bloques políticos decidieran no presentar ningún candidato en su lucha por acordar una figura mutuamente aceptable para el poderoso cargo.
Sin embargo, ambas partes indicaron que querían acelerar las consultas y el ex primer ministro Matteo Renzi predijo que se alcanzaría un acuerdo para el viernes.
La carrera por la presidencia está muy abierta y ni el bloque de centro-derecha ni el de centro-izquierda tienen suficientes votos en el parlamento para imponer su propio candidato, lo que significa que se necesita algún tipo de consenso.
El primer ministro Mario Draghi sigue siendo aspirante al cargo, pero sus perspectivas se han desvanecido esta semana, ya que muchos parlamentarios se muestran claramente reacios a respaldarlo, en parte porque temen que cualquier cambio en el Gobierno pueda desencadenar unas elecciones anticipadas.
A diferencia de Estados Unidos o Francia, donde los presidentes son elegidos por votación popular, en Italia, unos 1.009 parlamentarios y representantes regionales eligen al jefe de Estado en una votación secreta, que a veces los dirigentes de los partidos se esfuerzan por controlar.
Hay mucho en juego. La presidencia italiana tiene un mandato de siete años y cuenta con un poder considerable para resolver las crisis políticas que periódicamente azotan al país, incluyendo el nombramiento de primeros ministros y la disolución del parlamento.
Las tres primeras rondas de votaciones terminaron en un punto muerto, sin que nadie obtuviera la mayoría de dos tercios necesaria. A partir de la cuarta ronda, el vencedor sólo necesita la mayoría absoluta.
Para evitar sorpresas inesperadas por parte de parlamentarios díscolos, el bloque de centro-derecha, que incluye a la Liga, Hermanos de Italia y Forza Italia, dijo que sus electores se abstendrían el jueves.
(Reporte de Angelo Amante y Giulia Segreti; redacción de Crispian Balmer; edición de Timothy Heritage y Gareth Jones; traducido por Tomás Cobos)