14 feb (Reuters) - Durante sus años de mandato entre 1989 y 1999, el expresidente argentino Carlos Menem se dio todos los lujos: jugó al fútbol con Diego Maradona, almorzó con los Rolling Stones y se reunió con Madonna.
El éxito momentáneo de su plan económico, que implicó un fuerte reducción del Estado, le valió en sus primeros años de Gobierno una amplia popularidad entre los argentinos, cansados de una hiperinflación que carcomía sus bolsillos y que afectaba su vida cotidiana.
Y esa popularidad, junto a su perfil carismático, fue la que le permitió cumplir deseos como el de conducir a toda velocidad por las rutas del país un Ferrari (NYSE:RACE) que le habían regalado, sin cumplir con las mínimas normas de tránsito, o reunirse con diversas figuras del espectáculo en el palacio de Gobierno.
Con su oscura melena y sus largas patillas al estilo de los antiguos caudillos provinciales, Menem llegó a la presidencia en 1989 defendiendo los pilares del peronismo: desarrollo industrial e inclusión social.
Pero aunque tuvo beneficios evidentes para un sector de la sociedad, el plan que aplicó fue diametralmente opuesto.
Tras atravesar zozobras en los primeros años de su gestión, la economía finalmente se estabilizó en 1991 tras un severo ajuste -que implicó la venta de empresas y bienes del Estado- y un sistema de paridad peso/dolar cambiaria implementado por el ministro de Economía Domingo Cavallo, que impedía la emisión de billetes para financiar el déficit.
Cavallo, quien cumpliría un rol clave durante la gestión de Menem, logró impulsar la economía en medio de una apertura comercial y de una moneda local fuerte que permitieron a la clase media argentina disfrutar de bienes importados y viajes al extranjero a bajo costo.
"Recibimos el país con una inflación del 5.000% y tuvimos que trabajar sobre ese tema a punto tal que cuando dejé el Gobierno esa inflación desapareció por completo y pudimos empezar a crecer", dijo Menem en una entrevista el 2012.
El aire fresco que vivía la economía permitió acallar fuertes críticas por los casos de corrupción durante la privatización de empresas públicas y por el indulto otorgado a violadores de derechos humanos de la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983.
PERONISTA HISTÓRICO
Abogado, hijo de inmigrantes sirios que se instalaron en la provincia de La Rioja -a unos 1.200 kilómetros al noroeste de Buenos Aires-, Menem comenzó a militar en el peronismo en los años 1950 y visitó al fundador de la agrupación, Juan Perón, durante su exilio en España en 1964.
Fue elegido gobernador de La Rioja en la década de 1970 y luego reelecto en dos oportunidades. Un orador carismático, Menem se veía a sí mismo como el sucesor de Perón.
Un año después de convertirse en presidente tuvo una dramática separación de su esposa, Zulema Yoma, quien no compartía su estilo de vida de estrella de rock y su devoción por los autos veloces, el golf y el glamour.
Menem terminó echando a su mujer de la residencia presidencial frente a las cámaras de televisión.
Su hija, Zulemita, permaneció cerca de él luego de la separación, desempeñando el rol de primera dama, pero luego se distanciaron cuando Menem formó una nueva pareja con la chilena Cecilia Bolocco, una ex Miss Universo 35 años menor que él.
La misteriosa muerte de su hijo Carlos mientras conducía un helicóptero en 1995, en un hecho que algunos aún hoy vinculan a oscuras disputas de poder, significó un duro golpe para Menem, pero no impidió que buscara la reelección tras haber impulsado una reforma a la Constitución, que le imposibilitaba asumir un nuevo mandato.
ECONOMÍA EN PROBLEMAS
El plan que tan bien funcionó en un principio comenzó a crujir a mediados de la década de 1990: los despidos masivos en las empresas privatizadas aumentaron el desempleo y pronto la pobreza creció hasta alcanzar a un tercio de la población.
La industria argentina fue mermada por la competencia extranjera y los altos costos de producción.
Las reformas de libre mercado que habían sido elogiadas por Washington y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora recibían críticas, mientras que las denuncias por corrupción se multiplicaban.
Menem intentó acceder a su tercer mandato consecutivo en 1999, pero ya no contaba con el apoyo suficiente para volver a modificar la Constitución.
Acusado de vender armas de forma ilegal a Croacia y Ecuador entre 1991 y 1995, el exmandatario fue arrestado en el 2001, aunque luego de unos meses el caso fue sobreseído.
Pese a la mala fama que tenía por entonces, el caos político y económico que se apoderó de Argentina poco después de que dejó el poder le dio una nueva oportunidad.
En las peleadas elecciones del 2003, Menem fue el candidato que más votos obtuvo en la primera ronda, pero abandonó la carrera presidencial antes del balotaje porque todas las encuestas mostraban una amplia ventaja a Néstor Kirchner, quien provenía de una facción de centroizquierda dentro del peronismo.
En un exilio autoimpuesto en un lujoso departamento de Santiago -donde en 2003 nació Máximo, el hijo que tuvo con Cecilia Bolocco-, Menem recibió a líderes sindicales e imaginó su retorno a la presidencia.
"Yo me considero un político de raza, un hombre que no puede vivir sin aspiraciones y mi carrera política va a durar hasta mi último suspiro", dijo en una entrevista con Reuters en Santiago, en 2004.
Nunca logró su sueño de volver al sillón presidencial, pero desde el 2005 tuvo el consuelo de desempeñarse como senador nacional por su provincia natal, La Rioja, lo que le otorgó la inmunidad que necesitaba para no ser detenido por varias causas de corrupción.
(Reporte de redacción de Buenos Aires. Reporte adicional de Jorge Otaola; Editado por Javier López de Lérida)