Por Philip Pullella y Manuel Mogato
TACLOBAN, Filipinas (Reuters) - El Papa Francisco, vestido con un poncho de plástico para protegerse de las ráfagas de viento y de una fuerte lluvia, cumplió el sábado con su promesa de ofrecer consuelo a los supervivientes de un devastador tifón de 2013 en Filipinas, pero una nueva tormenta lo forzó a abandonar la localidad más temprano de lo previsto.
El Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Romana viajó a Tacloban, el lugar donde hace 14 meses el tifón Haiyan destruyó el área alrededor de la isla Leyte.
El tifón provocó la muerte de al menos 6.300 personas, dejó sin hogar a un millón de filipinos y llevó a que cuatro millones fueran relocalizados.
Un golpe de viento hizo volar el solideo de la cabeza del Papa y remeció su sotana blanca mientras bajaba del avión. Posteriormente, se puso un poncho amarillo de plástico semistransparente, el mismo que usan cientos de miles de personas en el área golpeada por la tormenta tropical Mekkhala, con ráfagas de hasta 130 kilómetros por hora.
En una misa cerca del aeropuerto, dejó a un lado su homilía preparada y entregó un mensaje muy personal y emotivo de consuelo a los sobrevivientes, que lo oyeron de pie en medio de charcos de agua en campos llenos de lodo, y junto a carreteras.
Francisco dijo a los filipinos que había prometido realizar el viaje en noviembre de 2013, cuando vio reportes de la devastación causada por Haiyan.
"Sentí que tenía que estar aquí (...) Estoy aquí para estar con ustedes, quizás un poco tarde, tengo que decirlo, pero estoy aquí", comentó.
El Papa dijo que "respeta los sentimientos" de aquellos que sintieron que habían sido decepcionados por Dios debido al desastre, pero les imploró que avancen en su fe.
"Muchos de ustedes han preguntado al Señor, '¿Por qué?'. Y a muchos de ustedes el Señor les está respondiendo a sus corazones desde su corazón (...) tantos de ustedes lo han perdido todo. Yo no sé qué decirles, pero el Señor sabe qué decirles", agregó.
Casi 3.000 víctimas están enterradas en una fosa común de casi media hectárea en Tacloban. Cientos aún están desaparecidos.
Francisco pidió a la multitud que observara un momento de silencio y agradeció a aquellos que ayudaron en los esfuerzos de rescate tras la peor tormenta registrada que ha tocado tierra.
"Esto es lo que sale de mi corazón y perdónenme si no tengo otras palabras para expresar", sostuvo.
"Lo que dijo perforó mi corazón", comentó Maria Alda Panahustad. "Mi casa fue destruida (por Haiyan) y luego por Ruby", reveló, en referencia a otra tormenta que azotó Filipinas el mes pasado y que provocó la muerte de 27 personas.
La misa papal tuvo que ser apresurada y el resto del programa -una visita a una catedral cercana, un almuerzo con sobrevivientes y la bendición de un nuevo centro para los pobres- fue resumido de modo que pudiera partir cuatro horas antes debido a que las condiciones meteorológicas empeoraban.
En la catedral, se disculpó por irse antes de lo previsto. "Estoy triste por esto, verdaderamente triste", aseguró.
La tormenta del sábado fue un triste recordatorio de Haiyan, que azotó la misma área con vientos de 250 kilómetros por hora y creó una marejada ciclónica de siete metros que arrasó con todo a su paso el 8 de noviembre de 2013.
Haiyan destruyó cerca de un 90 por ciento de la ciudad de Tacloban, a 650 kilómetros al sudeste de Manila. Más de 14,5 millones de personas resultaron afectadas en seis regiones y 44 provincias de Filipinas.
(Información adicional de Neil Jerome Morales, Enrico dela Cruz y Rosemarie Francisco en Manila. Editado en español por Patricio Abusleme)