Por Alexander Villegas
JULIACA, Perú, 9 feb (Reuters) - Miles de manifestantes marcharon el jueves por la ciudad de Juliaca, en el sur de Perú, para conmemorar el primer mes de los enfrentamientos que dejaron 19 muertos en la ciudad, los peores actos de violencia en más de dos meses de protestas antigubernamentales.
Familiares y manifestantes se congregaron bajo un paso elevado para rendir homenaje a las víctimas, después de marchar junto a las barreras de hormigón de la carretera, todavía marcadas con agujeros de bala, y el aeropuerto, cerrado y custodiado por soldados y policías.
La ciudad, situada en la región andina de Puno, se ha visto sacudida por las protestas desde la destitución del presidente izquierdista Pedro Castillo el 7 de diciembre. Los enfrentamientos del 9 de enero se saldaron con 18 muertos, entre ellos un agente de policía. Otro manifestante murió días después.
Los hechos ocurrieron en el día más mortífero de unas protestas que, en sí, constituyen los peores disturbios vividos en Perú en más de 20 años, plantean un enorme desafío al nuevo gobierno de Lima y amenazan las actividades mineras del segundo productor mundial de cobre.
El jueves, mientras las familias lloraban a los muertos, algunos manifestantes de otras ciudades se sumaron a los llamamientos a una huelga nacional más amplia. Aviones militares sobrevolaron ocasionalmente la ceremonia de conmemoración de las víctimas.
"La región de Puno realmente salió en apoyo, no somos uno, somos muchos", dijo Ruth Meza, quien dijo que su compañero Elmer Solano murió en los enfrentamientos de Juliaca.
Los Andes del sur de Perú, punto central de las protestas, albergan las ruinas de la famosa ciudad inca de Machu Picchu y enormes reservas de cobre, pero están por detrás de gran parte del país en educación, sanidad y niveles de renta.
El encarcelado Castillo, antiguo profesor y líder sindical, conserva el apoyo de muchas de estas comunidades, que exigen un cambio constitucional y una reforma del Congreso, así como su liberación.
MISA POR LOS MUERTOS EN LA PROTESTA
Luis Zambrano, un sacerdote que dirigió una misa para los familiares el miércoles, dijo que si bien los manifestantes eran a veces violentos, creía que las autoridades reaccionaron con demasiada fuerza.
"No han venido a calmar las aguas", dijo.
Durante la misa, una mesa con fotos de los fallecidos en las protestas se desbordó rápidamente y tuvo que ser reorganizada a medida que llegaban más familiares, y la multitud superaba la capacidad de la iglesia.
Tras la misa, los familiares de los fallecidos se reunieron con abogados y con el Defensor del Pueblo local. Dijeron que querían pedir justicia a un gobierno que había hecho poco por ayudarles.
Nivardo Enríquez, defensor del pueblo, dijo que su oficina estaba trabajando con la fiscalía local para aportar pruebas, testimonios e informes de autopsias.
"Ellos (la fiscalía) están haciendo su trabajo", dijo Enríquez. "Y espero que esto se realice con toda la celeridad correspondiente para dar con las responsabilidades".
Dionisio Aroquipa dijo a Reuters que su hija Jhamileth Nataly, de 17 años, había muerto en las protestas. Reuters no pudo confirmar de inmediato los detalles de su relato.
"A los que estaban protestando, les han agarrado a ellos, ya están investigados, ya están procesados, pero para los fallecidos, básicamente acá no hay justicia", dijo Aroquipa.
Agregó que su hija, estudiante de psicología en Bolivia, trabajaba como voluntaria en una organización benéfica para animales y esperaba viajar a Brasil y Argentina.
"Ella tenía sus sueños", dijo Aroquipa. "En las investigaciones de mi hija, no se nota nada".
(Reporte de Alexander Villegas; Editado en Español por Ricardo Figueroa)