Por Andrew Cawthorne
CARACAS (Reuters) - Vecinos frustrados bloquean con basura una carretera tras días sin agua. Unas enfermeras agitando pancartas paran el tráfico para pedir uniformes y medicinas. Mujeres golpean cacerolas en los balcones cuando se va la luz.
Venezuela está en ebullición con protestas a pequeña escala en las calles ante el fallo de los servicios de agua y electricidad, el aumento de los conflictos por el desempleo y los alimentos básicos que se hacen más escasos y caros en medio de un empeoramiento de la crisis económica en todo el país miembro de la OPEP.
"¿Qué esperan? ¡Que nos crucemos de brazos y que no hagamos nada ante tanta ineptitud!" dijo Jonathan Pérez, un desempleado de 25 años de edad, que ayudó a organizar una protesta frente a una oficina de la empresa de la compañía estatal de aguas después de los recortes en su barrio pobre de Caracas.
Las manifestaciones en gran parte espontáneas no son en sí mismas una amenaza importante para el presidente Nicolás Maduro, pero muestran la profundidad de la ira pública y podrían convertirse en un catalizador para el malestar más amplio, sobre todo si una oposición empeñada en expulsar a Maduro del poder puede aprovechar la frustración.
El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registró más de 1.000 protestas en los dos primeros meses de este año, casi 17 por día. También hubo 64 incidentes de saqueo.
"La situación empeoró en 2016. Las protestas han aumentado en número y dimensión", dijo en un informe el grupo, que es altamente crítico con Maduro. "Además, vemos un aumento en la violencia".
La mayoría de las protestas son pequeñas, cortas y específicas: cuentan con solo unas decenas de personas, duran unas pocas horas y tienen su origen en barrios locales o en problemas laborales.