Por Blanca Rodríguez y Julien Toyer
MADRID (Reuters) - En una jornada frenética que no sirvió para desbloquear el estancamiento político en España, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, rechazó el viernes la propuesta del rey de presentarse al proceso de investidura y redobló la presión sobre el candidato socialista, que quiere intentar liderar una alianza de izquierdas.
"En este momento no estoy en condiciones de presentarme a la investidura (...) esta mañana se ha presentado una propuesta de acuerdo que contaría con más votos a favor que la mia", dijo Rajoy, que dejó claro que sigue siendo el candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno y que seguirá intentando ser reelegido.
Rajoy justificó su cambio de opinión y negativa a presentarse a la investidura por la evidente falta de apoyos para superarla y por la oferta de pacto que había hecho por la mañana el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a quien que propuso formar un Gobierno de coalición en el que Pedro Sánchez sería presidente y él vicepresidente.
Sánchez respondió a la inesperada oferta de Iglesias pidiendo tiempo y aplazando cualquier negociación al "fracaso" de la investidura de Rajoy, pero mostró voluntad de entendimiento para intentar evitar la celebración de unas nuevas elecciones.
Con este movimiento, Rajoy fuerza al líder socialista a posicionarse y demostrar si es capaz de formar un difícil Gobierno alternativo con el partido antiausteridad Podemos e Izquierda Unida, que necesitaría el apoyo de otras fuerzas políticas y que no es visto con buenos ojos por algunos miembros del propio PSOE.
GANAR TIEMPO
Pese a los constantes rechazos de Sánchez, Rajoy insistió en su propuesta de una gran coalición de partidos democráticos incluyendo en la terna a Ciudadanos para evitar nuevas elecciones y "aportar confianza a los inversores".
El golpe de efecto permite a Rajoy además ganar tiempo y podría elevar las tensiones en el PSOE, algunos de cuyos dirigentes han advertido a Sánchez que no puede intentar formar gobierno a cualquier precio, en un contexto de elevadas tensiones territoriales por el reto independentista de Cataluña.
En una situación desconocida en la democracia española en la que la táctica y la estrategia política son las protagonistas, la próxima semana el rey Felipe VI comenzará una nueva ronda de consultas a partir del miércoles para buscar el nuevo candidato a la presidencia que deberá ser investido por el Congreso de los Diputados.
La Cámara Baja cuenta con 350 diputados, de los que 90 son socialistas, mientras que Podemos y sus confluencias territoriales suman otros 69 diputados e IU dos más, frente a los 123 representantes del PP.
En este complejo escenario puede resultar clave la posición del partido liberal Ciudadanos y sus 40 escaños, que se ha mostrado hasta ahora favorable a una "gran coalición" con PP y PSOE y se opone rotundamente a las aspiraciones soberanistas de Cataluña.
También serán decisivos los votos en contra o abstenciones de formaciones independentistas catalanas como Esquerra Republicana de Catalunya y Democracia i Libertad, además del Partido Nacionalista Vasco.
Este juego de pactos y alianzas provocado por el fragmentado Parlamento surgido de las urnas en diciembre va a retrasar la formación de Gobierno e incluso podría desembocar en unas nuevas elecciones si los líderes no consiguen ponerse de acuerdo.