KABUL, 10 ago (Reuters) -Insurgentes talibanes reforzaron el martes su control sobre el territorio capturado en Afganistán, mientras los civiles se escondían en sus casas y un funcionario de la Unión Europea dijo que los militantes controlan ya el 65% del país tras una serie de avances mientras se retiran las fuerzas extranjeras.
La capital de la provincia norteña de Baghlán, Pul-e-Khumri, cayó en manos de los talibanes en la noche del martes, según residentes que reportaron la retirada de las fuerzas de seguridad afganas hacia el desierto de Kelagi, que alberga una gran base militar.
Pul-e-Khumri es la séptima capital regional que queda bajo control talibán en cerca de una semana, aunque la Casa Blanca dijo el martes que Estados Unidos no considera inevitable una captura de todo el país por parte de los talibanes.
El presidente Ashraf Ghani pidió a los líderes regionales que apoyen a su gobierno, mientras que un funcionario de la ONU dijo que los avances en derechos humanos logrados en los 20 años transcurridos desde que los islamistas de línea dura fueron expulsados del poder corren riesgo de ser borrados.
En la capital, Kabul, asesores de Ghani dijeron que está buscando ayuda de milicias regionales a las que se enfrentó durante años para que acudan en defensa de su gobierno. También apeló a los civiles para que defiendan el "tejido democrático" del país.
En la localidad de Aibak, capital de la provincia de Samangan, situada en la carretera principal entre Mazar-i-Sharif y Kabul, los combatientes talibanes estaban consolidando su control, avanzando hacia los edificios gubernamentales, según los residentes. La mayoría de las fuerzas de seguridad del gobierno parecían haberse retirado.
"La única forma es un arresto domiciliario autoimpuesto o hallar una forma de salir hacia Kabul", dijo Sher Mohamed Abbas, un funcionario provincial de impuestos, al ser preguntado sobre las condiciones de vida en Aibak. "Pero ni siquiera Kabul es una opción segura ya", dijo Abbas, único sostén de una familia de nueve.
Abbas dijo que los talibanes llegaron a su oficina y les dijeron a los trabajadores que se fueran a casa. Él y otros residentes dijeron que no habían visto ni oído combates el martes.
Durante años, el norte fue la parte más pacífica del país, con una mínima presencia de los talibanes. La estrategia de los militantes parece ser tomar el norte, así como los principales cruces fronterizos en el norte, oeste y sur, y luego acercarse a Kabul.
Los talibanes, que buscan derrocar al gobierno respaldado por Estados Unidos y reimponer la estricta ley islámica en un momento en que las negociaciones de paz atraviesan un impás, entraron en Aibak el lunes, encontrando poca resistencia.
Las fuerzas talibanes controlan ahora el 65% del territorio afgano, amenazan con capturar 11 capitales provinciales y buscan privar a Kabul de su tradicional apoyo de las fuerzas nacionales del norte, dijo un alto funcionario de la UE el martes.
El gobierno retiró fuerzas de distritos rurales difíciles de defender para concentrarse en mantener importantes centros de población, mientras las autoridades piden aumentar la presión sobre el vecino Pakistán para detener los refuerzos y suministros talibanes que fluyen a través de la porosa frontera. Pakistán niega estar prestando apoyo a los talibanes.
En Washington, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que el gobierno cree que solo las negociaciones podrán traer una paz y una estabilidad duraderas a Afganistán.
"Al final, nuestro punto de vista es que las fuerzas afganas de defensa de la seguridad nacional tienen el equipamiento, los números y el entrenamiento para contraatacar, algo que fortalecería su posición en la mesa negociadora", dijo Psaki en su comparecencia habitual. "El presidente sigue creyendo que no es inevitable que los talibanes tomen Kabul o el país".
Estados Unidos ha estado lanzando un pequeño número de ataques aéreos en apoyo de las tropas gubernamentales, pero dijo que depende de las fuerzas afganas defender su país.
(Reporte de Redacción en Afganistán; reporte adicional de Emma Farge en Ginebra y Sabine Siebold y John Chalmers en Bruselas; editado en español por Michael Susin y Carlos Serrano)