El buen tono acompaña a los mercados este principio de año, especialmente en el viejo continente. La semana ha dejado rentabilidades cercanas al 6% en el Euro Stoxx 50, apoyadas en unos datos de inflación de la zona euro inferiores a lo previsto. En diciembre la inflación anual cayó al 9,20% desde el 10,1% en noviembre, lo que puede ayudar a que las subidas de tipos del BCE sean menores de las previstas. Los bonos también recogieron este buen dato con caída en sus rentabilidades, que habían estado presionadas al alza desde la última comparecencia de los banqueros centrales. Al otro lado del charco, los datos de empleo, que se publicaron el viernes, confirman la resiliencia de la economía estadounidense ante la subida de tipos. Esto animó a las bolsas que empiezan a descontar un aterrizaje suave según se ve más cerca el final de la subida de tipos.
Una vez superadas las festividades navideñas, lejos ya de los efluvios que la opulencia del momento genera en el ánimo, llega el momento de realizar una aproximación fundamentada y coherente de lo que nos puede esperar este 2023 en el mundo de los activos financieros.
Los protagonistas del año seguirán siendo, en un primer plano, la inflación y los bancos centrales, así como el impacto de sus medidas en la actividad económica y el empleo. En un segundo plano, el conflicto bélico en Ucrania. Por supuesto, la puerta siempre queda abierta para cualquier incertidumbre o cisne negro que nos pueds visitar. Los últimos años el mundo ha demostrado una gran hospitalidad hacia estos visitantes inesperados, pero no debemos considerarlos en un análisis previsional.
La inflación está en remisión. Los detonantes de la misma, como fueron los cuellos de botellas en materias primas, transportes e incremento del precio de la energía se han ido normalizando desde la mitad del pasado año. La inflación ha sido una consecuencia directa de los desajustes por la pandemia y tras un ciclo de dos años, la situación se ha autorregulado. Por ejemplo, el cobre cotiza al mismo precio que en enero de 2021 y un 11% menos que en enero del pasado año. Los precios medios de los fletes marítimos a nivel mundial han caído un 78% respecto a su precio en enero de 2022, según marca el índice Drewry World Container. Por su parte, el precio del petróleo está a niveles de septiembre de 2021 y con una caída del 40% sobre los máximos marcados en 2022.
En definitiva, en la comparativa de precios de 2023 con 2022 el componente coste u oferta no va existir y va a ser la inflación estructural la que puede presentar algo de persistencia, que tenderá a remitir según el consumo se ralentice como ya estamos viendo. Lo más previsible es que este año 2023 la inflación tanto en EE.UU como en Europa se sitúe en niveles inferiores al 3%, teniendo en cuenta la tendencia de los últimos meses.
Los que llevan el timón de la nave de la política monetaria, están monitorizando estas circunstancias y han ralentizado el ritmo de subidas de tipos. Saben que los impactos de la política monetaria, como el comportamiento de la inflación se observan con retraso. Hay un decalaje entre la acción y la reacción. Una acción demasiado brusca y prolongada puede ser nefasta para la trayectoria de la embarcación. Quien ha gobernado una embarcación sabe perfectamente que el giro del timón no se refleja inmediatamente en el movimiento del barco y también sabe que antes de llegar al rumbo deseado hay que cambiar el giro y enderezar dicho timón (en argot naviero llevarlo a la vía). En ocasiones, en la aplicación de la política monetaria, da la impresión que las autoridades olvidan estos principios y generan cierta preocupación en los mercados, como lo vivido este pasado año.
Todo apunta a que la subida de tipos se terminará este primer semestre del año, no va ser necesario ver inflación inferior al 2% para que esto suceda, el timón hay que llevarlo a la vía antes de que estemos en el rumbo. La dialéctica agresiva utilizada por los presidentes de los bancos centrales no es más que un intento de influir en el comportamiento del consumo porque saben que no pueden subir más los tipos de lo que está ya descontado, máximo 3,25% en Europa y 5,10% en EE.UU. Aunque no está prevista una revisión a la baja de los tipos este 2023, es probable que según se acerque el final del año, con una inflación controlada, aumenten las presiones para que comience la reducción.
Los datos de empleo en EE.UU apuntan a una economía fuerte capaz de soportar los niveles actuales de tipos de interés y la economía China empieza a despertar después de finalizar con su política cero COVID-19. Esto nos hace pensar que aunque encontremos la economía mundial ralentizada este 2023, en general el impacto en las compañías y en los resultados empresariales no parece que vaya a ser muy importante.
Respecto al conflicto bélico de Ucrania, se hace difícil determinar un resultado. Lo único que podemos decir es que cualquier alto el fuego o resolución será muy favorable para los mercados. En términos humanitarios nos queda la esperanza de que finalice cuanto antes.
Con todo esto, tenemos una expectativa positiva para los activos financieros para este 2023. La inflación a la baja y los bancos centrales frenando las subidas de tipos va a permitir obtener los retornos que se negaron en 2022. Otros años con ciclos de subidas tipos, como por ejemplo 2018, también supuso la caída en todos los tipos de activos, recuperándose valoraciones con creces al siguiente año, tras la parada en la subida.
Actualmente tenemos una muy buena expectativa en todo lo que tiene que ver con la renta fija, especialmente el crédito de Europa y EE.UU. Estos activos tienen una rentabilidad que hace años no veíamos, e incluso les hacen ser más seleccionables que la propia renta variable. Un año como el que tenemos por delante, con fin de subida de tipos y riesgo de crédito a la baja, es propicio para acumular rentabilidades en estos activos. En 2018 el índice de renta fija global Barclays (LON:BARC) Global Aggregate cayó un 1,2%, en 2019 se apuntó un +6,8%.
En renta variable debemos fijarnos en las compañías con dividendo o compañías Value en detrimento de las Growth. Vamos a necesitar dividendo alto para competir con los bonos y compañías con bajo dividendo y endeudamiento alto es probable que no terminen de despegar este 2023. Tenemos una gran oportunidad en estas compañías value que están penalizadas por el descuento de una recesión dura, que cada vez es menos probable. En 2018 las compañías value cayeron de media un 10% y en 2019 se apuntaron un +22%. Compañías con capacidad de fijación de precios en el mercado van a verse favorecidas por la reducción de costes, intentando resultados. Respecto a sectores, energías renovables, sector financiero o de salud se apuntan como ganadores para este 2023. Es probable que no toda la renta variable vaya a tener un buen comportamiento, porque su recorrido estará topado por los tipos que aunque frenes su subida seguirá siendo alto, por lo menos hasta 2024.