"Banqueros entre rejas. Empresarios de alta alcurnia y potentes empresas sin un duro, arruinados y con millones de deuda sin pagar. Grandes figuras de la Economía desplazadas. Políticos prometedores, sin escaños. Bolsa echa unos zorros. Ya no hay intocables, ni en la economía, ni en la política ni en la banca. Un minuto es suficiente para perder cien años, o más de historia. Todos tenemos un pasado. Unos mejor, con menos manchas que otros. Hay quienes, no obstante, hacen de su capa un sayo y se mueven en el filo de la navaja o fuera de la ley. Los intocables en España son cada vez menos. Una situación, que contrasta con el auge de los grandes fondos de inversión extranjeros, los hedge funds y los fondos soberanos. La cultura y las leyes anglosajonas son diferentes a las de Occidente. Un muro inexpugnable. ¿Están los mercados preparados para este fenómeno creciente? Por lo que vemos en el comportamiento de muchos valores y en otras tantas operaciones empresariales ejecutadas en los últimos meses, las cosas no son lo que parecen ni parecen lo que son", me dice el CEO de una importante gestora.
Respecto a los intocables, les expongo lo que he comentado en alguna ocasión:
"Llegué a ser un descarado de tal magnitud que creí que ya nadie podría hacerme nada, hasta que llegó el día del enredo fatal en la plaza bajo los soportales, un embrollo que me demostró que cuanto más arriba se está más fuerte es la caída, que siempre hay una gota que colma el vaso, que no hay que sobrepasar los límites porque después vienen las lágrimas, que a Ícaro se le quemaron las alas. El hombre quisiera ser un gigante pero es una mierda, amigo mío. No deberíamos recordar que la prudencia es la madre de la ciencia y que los excesos se pagan. Tras las bacanales y las orgías viene el arrepentimiento".
"Es ley de vida, amigo... También Cartago fue destruida, Nínive fue reducida a cenizas, amigo, pero ¡adelante con la cabeza bien alta! ¡Que nadie se piense que, si me envían al frente, yo dispararé un solo tiro!". Es un fragmento de Las aventuras del buen soldado Svejk, escrito por Jaroslav Hasek (1883-1923).
"Hace unos meses reparé en este fragmento. Creía que era suficiente. Que la gran crisis había puesto a cada uno en su sitio. Consideré entonces que reguladores y organismos iban a poner las peras al cuarto. Años después todos hemos descubierto que, en efecto, alguno de los que se creían Intocables han caído del pedestal (inmobiliarios y empresarios apalancados, bancos de inversión, gestores...). Pero la podredumbre no ha desaparecido. Muchos actores siguen haciendo fechorías. Y muy graves".