Con el fin del default ya consumado, la bolsa argentina podría ser uno de los mercados más atractivos para los próximos meses. Un evento clave podría disparar las cotizaciones a niveles nunca antes vistos. Vos podés anticiparte.
¿Qué estabas haciendo en mayor de 2008? Seguramente te será muy difícil recordarlo, ya que han transcurrido casi 8 años desde entonces. Yo me acuerdo bien. Fueron tiempos muy turbulentos a nivel laboral como para olvidarlo rápidamente. Eran los primeros meses de Cristina Fernández de Kirchner al frente del poder y se había desatado un enfrentamiento entre su gobierno y el campo que puso al país al borde de la fragmentación.
En mi escritorio de la sociedad de bolsa donde trabaja en ese entonces, la pantalla del mercado mostraba un derrumbe de los precios de las acciones. Día tras día, a medida que se profundizaba el conflicto, las cotizaciones caían cada vez más. Para colmo de males, comenzaron a evidenciarse los primeros síntomas de la crisis internacional. Esto profundizó la baja.
Pero si faltaba una gota que rebalse el vaso, eso fue lo que sucedió en mayo de 2008.
El mercado de capitales argentino recibió una rebaja de su calificación por parte de Morgan Stanley: pasó de mercado “emergente” a mercado de “frontera”. En la práctica se trataba de algo más que un simple rótulo. Fue un golpe letal para los inversores.
¿Por qué un mercado puede ser catalogado como de frontera?
Morgan Stanley (NYSE:MS) avanza en este sentido cuando un mercado es pequeño, altamente riesgoso, con baja liquidez y con restricciones a la libre movilidad de capitales. Argentina tenía muchas cualidades que se enmarcaban en esta categoría.
En la práctica, el ser designado un mercado de frontera implicó una retroalimentación de estas características: con menos inversores calificados podían invertir en un mercado con este título, el mismo se hace más pequeño, menos líquido y más volátil. Eso fue lo que ocurrió.
La bolsa argentina perdió poder de fuego. Los inversores se desanimaron y abandonaron las acciones argentinas, haciendo que el volumen negociado en renta variable se contraiga aún más. De esta manera, la Bolsa pasó de negociar un promedio diario de 45 millones de dólares estadounidenses en acciones a un magro nivel de 15 / 10 millones de dólares. A la ausencia de los inversores institucionales se le adicionó el desencanto de los inversores pequeños.
Los años subsiguientes fueron muy cuesta arriba. Pero quizás lo peor puede haber sido dejado atrás.
Lo que viene, lo que viene…
La reciente salida del default, tras la exitosa colocación de US$ 16.500 millones de deuda y el correspondiente pago a los holdouts, es una noticia alentadora.
Los puntos positivos tocan distintos vértices entre los que se destacan los siguientes:
- El Gobierno recupera una línea de financiamiento atractiva para llevar adelante obras de infraestructura a tasas muy convenientes (no solo en los mercados sino a través de los organismos multilaterales de deuda).
- Las empresas privadas accederán a dinero “barato” para poder aplicarlo a proyectos de ampliación de la actividad productiva.
- El mercado de capitales tiene una gran posibilidad de desarrollarse.
Sobre este último punto me gustaría ahondar. En los últimos meses se están dando algunos pasos hacia la normalización del sistema financiero en Argentina. La eliminación del cepo cambiario es uno de ellos. También, la caída del encaje del 30% del capital para quienes ingresaban fondos para inversiones financieras. Por último, el fin del default.
Todo esto debe confluir hacia una cuestión puntual: Argentina pronto debe dejar de ser un mercado de frontera para convertirse en un emergente.
Dentro de los mercados más importantes de América, Argentina es el único que tiene la categoría de frontera. Y comparte este “selecto” grupo con países como Kenia, Omán, Pakistán, Nigeria y Túnez, entre otros.
Pronto deberíamos abandonar este estatus. Si esto es así, ¿en qué te beneficiarías? Es muy claro.
En primer lugar, se habilitaría una suba muy importante en las acciones locales. Muchos grandes inversores que hoy está impedidos en invertir en Argentina (porque sus reglamentos de inversión prohíben invertir en mercados de frontera) estarían en condiciones de comenzar a serlo.
Según estimaciones de un estudio privado, la demanda potencial de acciones argentinas podría ser de hasta 9.000 millones de dólares. Esto equivale a 450 ruedas bursátiles si consideramos un promedio diario negociado de 20 millones en el mercado local. Como la Bolsa es demasiado pequeña, el ajuste entre la oferta y demanda se dará mediante suba de precios.
Y en segundo lugar, ser un mercado emergente tiene un atractivo superior para aquellas firmas que desean salir a cotizar sus acciones a bolsa. Mayor cantidad de compañías cotizando implica ampliar fuerte el menú para el inversor. Es una gran ventaja de cara al futuro.
Como inversor pequeño, puedes anticiparte a lo que viene. Por un lado, conoces con mayor cercanía a las empresas que cotizan en bolsa. Por otro lado, tu demanda no afectará los precios de los activos, permitiéndote ingresar a valores relativamente bajos de acuerdo a lo que podemos esperar para el futuro.
Como ves, en algunas situaciones ser un “pequeño” inversor no es tan malo como parece. ¡Hay que saber aprovecharlo!