El Banco de Japón no tuvo otra opción que la de mantener su política monetaria sin cambios, por el momento. La tasa base se ha mantenido en espera en el -0,1 % y el banco central seguirá centrándose en mantener el rendimiento a 10 años en 0 mediante la compra de grandes cantidades de bonos del Gobierno (80 billones de yenes por año).
El Banco de Japón parece definitivamente atrapado en su política monetaria muy laxa, ya que las presiones deflacionarias siguen siendo importantes.
Algunos datos fundamentales recientes mostraron una mejora en la economía de Japón.
La demanda de Japón se ha acelerado según un informe publicado el miércoles pasado y los bancos centrales, una vez más, esperan que esta demanda siga creciendo, en particular, la demanda externa. No obstante, la inflación se ubica bien por debajo de la meta, y esto no ha cambiado en la última década. Actualmente, el CPI se ubica en una cifra anualizada del -0,4 %.
Las presiones al alza sobre la moneda persisten, pero el Banco de Japón no puede ajustar su política monetaria o perjudicaría en gran medida a su economía. La condición de refugio también es una cuestión clave, ya que cualquiera que sea el estado de la economía de Japón, los inversores podrían retirar su dinero ni bien surgiera un sentimiento de aversión al riesgo.
Creemos que Japón, en el mediano plazo, tratará de ampliar la divergencia de la política monetaria con los EE.UU. con el fin de ayudar a reducir las presiones sobre su moneda. Sin embargo, consideramos que la economía de Estados Unidos está sobrevaluada y podría desencadenar un nuevo flujo hacia el yen japonés. Recargamos las posiciones alcistas en el yen alrededor de 112 frente al dólar.