¿Hasta dónde podría aumentar la tasa de desempleo como consecuencia de la pandemia del coronavirus? El pasado nos da algunas pistas.
La situación comienza a aclararse y empezamos a ver cómo están respondiendo a la crisis del coronavirus los gobiernos y los bancos centrales de EE.UU. y del resto del mundo. En los próximos días y semanas, es probable que se le preste mucha atención a la evolución del mercado laboral estadounidense. «A partir de ahora, las solicitudes de prestación por desempleo, las tasas de participación y, lógicamente, las tasas de desempleo, serán el equivalente económico de las tasas de infección», señala Christian Scherrmann, economista para EE.UU. en DWS (DE:DWSG). Las solicitudes iniciales de prestación por desempleo han pasado de 280.000 a 3,2 millones en una semana, lo que nos da una idea de la gravedad de la situación.[1] Si echamos la vista atrás, sabemos que la tasa de desempleo no solo refleja el alcance de la contracción de la actividad durante una recesión, sino que también depende de cuánto tiempo transcurre hasta que el crecimiento vuelve a ser positivo.
Nuestro Gráfico de la Semana ilustra la relación entre la duración de una recesión y el aumento de la tasa de desempleo durante ese tiempo. Creemos que la economía estadounidense probablemente superará lo peor en un corto periodo de tiempo, en parte gracias a que la reacción política ha sido inusualmente rápida y contundente. Esta situación podría allanar el camino para una recuperación, que también podría ser relativamente rápida. En ese caso, los datos sugieren que el aumento de la tasa de desempleo posterior a la crisis será bastante moderado en comparación con los niveles previos a la crisis.
Obviamente, las cifras que se registren en los próximos días y semanas podrían ser dramáticas. Al fin y al cabo, esta situación está afectando a la oferta y a la demanda al mismo tiempo. No obstante, recomendamos no interpretar en exceso los datos preliminares, parciales o, incluso, anecdóticos. Al final, todo dependerá de cuánto tardemos en volver a la normalidad y de hasta qué punto esa nueva «normalidad» muestre diferencias con la anterior, sobre todo en cuanto a la composición sectorial del empleo y los niveles salariales de las profesiones más y menos relevantes para el sistema.