En una jornada sin datos macroeconómicos de importancia, el euro logró salir de la tranquilidad que presentaban las divisas para tomar fuerza nuevamente ante el dólar, en el inicio de la sesión europea.
El motivo: el Bundesbank dejó entrever que el Banco Central Europeo podría aumentar sus tipos de cambio en el futuro para combatir un probable rebrote inflacionario.
No parece ser un problema la inflación en estos meses en la eurozona, aunque en las últimas semanas la región dio algunos signos de recuperación, que podrían incrementar el nivel de precios sin muchas dificultades.
Ante ello, el BCE se encuentra en buena posición: los tipos de interés en el 0,5% son los mínimos de la corta vida de la institución, y un aumento gradual de los mismos podría rebatir cualquier aumento de la inflación. Claro que, como contrapartida, también abortaría los intentos de recuperación del sur europeo.
Lo concreto es que, hoy por hoy, el euro parece resurgir y los pronósticos apolalípticos que caían sobre Europa no se escuchan. Poco ha cambiado: Alemania sigue siendo el país más fuerte, Francia le sigue, en España la desocupación es galopante, Grecia no paga sus deudas. Pero alguna variable menos negativa de lo esperado puso de moda que Europa está mejor, y allí está el euro, rozando 1,34, y a la espera de que Ben Bernanke y su gente, desde el otro lado del Atlántico, determinen cuando el dólar dará su primer impulso alcista de proporciones.
El yen recorre un camino parecido. Estuvo a punto de desplomarse el miércoles y sin embargo ganó posiciones rápidamente el jueves, para estar casi quieto el viernes y lo que corre del lunes. El quiebre de 98,25 lo pondrá nuevamente en un camino bajista, con rumbo a 100.
No presentan cambios importantes el dólar australiano y el dólar canadiense. Sí, en cambio, se muestra débil el peso mexicano, que pese al alza del petróleo no ha logrado sostenerse debajo de los 13 pesos.