La vitivinicultura es una de las tantas actividades consideradas como “economía regional”. Mucho se ha escuchado hablar sobre este sector en los últimos años. Esto se debió básicamente a la decadencia continuada en la mayoría de las empresas, principalmente debido al atraso cambiario, alta inflación y elevada presión fiscal.
Con el cambio de gobierno en diciembre del año pasado vinieron aparejadas una serie de medidas económicas que apuntan principalmente al sector agrario y a resurgir las economías regionales. Pero, ¿es suficiente lo hecho hasta el momento? ¿Cuál es la situación actual de la industria del vino? ¿Tiene potencial Argentina en este sector? Veamos la implicancia de estas preguntas en los distintos mercados:
Mercado interno
El sector interno en el comercio de la vitivinicultura es muy importante ya que el 75% de la producción va a dicho mercado. El aumento en la participación que tiene el consumo interno se manifestó como consecuencia de la imposibilidad de poder exportar el producto en los últimos años.
Tradicionalmente el consumo de vino en el país no es impactado en tiempos de crisis. Así como no cae mucho el consumo en malos momentos, tampoco crece de golpe en los buenos. Esto se debe a que el 90% del vino que se bebe es de bajo precio, con lo cual no es afectado por una disminución en la capacidad contributiva de los argentinos.
Si bien entre enero y noviembre del año pasado se registró una suba de 3,5% en el consumo de litros de vino y un alza de 4,5% en botellas, para este año se prevé una retracción del consumo en general, según estimó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Los productores ven como una buena noticia si este año se logra mantener el consumo per cápita. Los signos de una posible recesión en el sector de vinos comenzaron a observarse en los primeros meses del año manifestado por la acumulación de stock, que impulsa a la baja el precio de la uva y afecta a los productores.
Entre las provincias que más destinan para consumo interno vinos varietales Malbec, Mendoza supera ampliamente al resto al quedarse con más del 78% de los despachos. Vemos entonces la importancia que tiene esta provincia para la industria y el por qué de la fama de sus vinos.
Mercado Externo
Este mercado ha sufrido mucho los últimos años debida a las adversas condiciones para exportar a tal punto que Chile nos ha superado ampliamente en la exportación de vinos. Sin embargo, las condiciones parecen cambiar junto con los ánimos de los productores. Las recientes políticas pro exportaciones implantados por el nuevo gobierno marcan un camino prometedor a futuro.
En el 2015 hubo un leve aumento en el mercado externo. Entre enero y noviembre del año pasado, la venta al exterior de vinos creció 1,36% en volumen, a 2,46 millones de hectolitros, pero en dinero se registró una leve baja de 2,43%, a u$s 757,68 millones FOB, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). Los vinos en botella mostraron una suba del 1%, que aportan el 94% del total de tipos de vinos fraccionados. En relación al 2014, la caída en facturación fue del 5,7% y el aumento en volumen fue del 3,5%.
En respuesta a las nuevas medidas, las bodegas argentinas miran con expectativas este 2016, a la espera de poder volver a crecer en el exterior, impulsados por la fuerte devaluación del peso. La quita de 5% de retenciones y el sinceramiento cambiario son los puntos que más favorecen al sector para recuperar rentabilidad que había sido afectada por la perdida de competitividad del sector. Sin embargo, no todo es color de rosas. Los productores prefieren ser cautos y vigilar de cerca lo que sucede con la inflación que, de mantenerse, puede absorber los beneficios de la devaluación y hacer que pierdan la competitividad ganada mientras que sus costos se incrementan.
Entre los países a los cuales más le exporta Argentina se encuentran Estados Unidos, Canadá y Reino Unido entre los cuales acumulan el 70% del total de las exportaciones.
El Malbec y los vinos embotellados
La Argentina aporta el 2,6% del comercio global del vino de las cuales el 50% de esas ventas es del tipo Malbec. El vino embotellado ha sido la categoría más importante en facturación desde el 2002 ininterrumpidamente. En 2015 se facturaron 722,9 millones de dólares y la participación sobre el total fue del 77%. En relación al 2014, las exportaciones de este producto se mantuvieron estables (caída del 1,6% en valor y un crecimiento del 1,2% en volumen) y el precio promedio descendió un 2,8% alcanzando los 35,92 dólares por caja. Los otros tipos de fraccionamiento de la bebida son en damajuana, tetra brick y bag in box.
En 2015, la cantidad de marcas vendidas de vinos embotellados ascendió a 2.681, creciendo en 88 unidades respecto a 2014, y el volumen se mantuvo estable. Entre las marcas más producidas en el país el Malbec, Syrah, Cabernet Sauvignon y Bonarda representan el 80% de la misma. Los despachos de vinos varietales autorizados para consumo en el mercado interno han tenido un aumento del 12% en el año 2015, comparado con el año anterior. Dentro de los volúmenes despachados se puede observar que la participación relativa de vinos varietales Malbec ha aumentado en el período 2006–2015, representando en la actualidad el 36% del total despachado de vinos varietales.
Recientemente el empresario francés François Lurton, dueño de bodegas en cuatro países, entre ellos la Argentina, y el productor mendocino Andrés Blanchard acaban de lanzar juntos una nueva bodega de alta gama destinada sólo a elaborar vinos blancos. Prevén invertir $ 30 millones en los próximos años para construir la bodega. Apunta a un mercado de nicho interno y externo, sobe todo de EE.UU. y Brasil. Según palabras de Blanchard "la Argentina es conocida por sus vinos tintos, específicamente el Malbec. Pero tiene un enorme potencial desaprovechado para hacer blancos de gran calidad. Nuestro objetivo es ofrecer vinos blancos de alta gama y dar a conocer una Argentina capaz de competir con los grandes blancos del mundo". Sin dudas una gran apuesta hacia el sector.
En conclusión, el sector vitivinícola se encuentra en transición al igual que el resto del país. Si bien hay mucho por crecer y las perspectivas son buenas, los problemas económicos del país obligan a los productores a mirar el corto plazo. Mendoza y Estados Unidos son dos puntos geográficos claves para la industria de la uva al ser el primero el lugar con mayor superficie plantada del país y el segundo por representar el 35% de las exportaciones que realiza Argentina.