Como se esperaba ampliamente, el Banco de Japón mantuvo su estrategia de política sin cambios. La votación fue de 8-1, con el único voto disidente (del miembro de la junta de política, Goushi Kataoka) apuntando a tomar medidas de flexibilización adicionales, tales como examinar los objetivos de rendimiento de los bonos a 10 años, en 0,0%; y a 15 años, en 0,20%.
En su informe sobre el pronóstico trimestral, el banco rebajó la previsión de inflación subyacente de 1,1% a 0,8% en 2017 y de 1,5% a 1,4% en 2018. Los miembros de la junta siguen esperando que su tasa objetivo de inflación del 2% debería alcanzarse en 2019. Un punto brillante fue el crecimiento, que fue corregido levemente al alza hasta el 1,9%, desde el 1,8%. En la conferencia de prensa conjunta, el gobernador Kuroda reiteró que la discusión sobre la estrategia de salida es prematura.
El efecto sobre el yen fue silenciado, ya que el USD/JPY operó dentro del rango entre 112,95 y 113,25. En lo que respecta al mercado de divisas, la política del Banco de Japón está perdiendo efectividad para devaluar al yen, ya que los años de las Abenomics han agotado a los operadores.
Cualquier ajuste en la política excesivamente acomodaticia del BoJ sería poco probable a menos que el IPC subiera muy por encima del 1% en una tendencia suave. Sin embargo, los mercados podrían ver una sintonía fina mediante la disminución de su compra este año, poniendo limitaciones en el volumen de bonos soberanos de Japón en rotación, pero mantener el control de la curva de rendimiento no debería ser un problema.
Los precios del mercado de divisas han vuelto a conectarse con los rendimientos de los bonos de Estados Unidos (especialmente los rendimientos a 10 años) lo que indica que el destino del USD/JPY ya no está en manos del Banco de Japón, sino que depende de la decisión de política monetaria de los EE.UU.
El fracaso del USD/JPY para quebrar el nivel de 115 sugiere una corrección hacia 112,30 para desatar las posiciones largas extendidas. La reciente victoria electoral decisiva del PM Abe y la probabilidad de que el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, sea nombrado de nuevo en abril indicaron que la política de debilitamiento del yen se mantendrá aunque sea menos eficaz, en efecto.