El tono agresivo del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en su comparecencia del miércoles tras la decisión sobre los tipos del FOMC, enfrió nuevamente a los mercados, que esperaban alguna referencia a una disminución en el ritmo de subidas para la próxima reunión del mes de diciembre. Esto hizo que la semana resultará negativa para los índices de Wall Street, a pesar del repunte que vivieron el viernes. El S&P 500 se dejó un 3,35% en la semana, el Dow Jones un 1,39% y el Nasdaq 100 un 5,97%.
Pero, a pesar de las palabras de Powell, la probabilidad sigue siendo alta de que la subida para el mes de septiembre sea de un 0,50%, en lugar del 0,75% de las últimas reuniones. En gran parte porque cada vez queda menos para llegar al rango del 4,50% y 5,00% que se considera como el tipo adecuado para realizar un freno en las subidas, pero también porque las variables sobre las que puede incidir la política monetaria parecen están teniendo efecto en la mitigación de la inflación de la primera economía mundial. Con una particularidad, que el mercado laboral y los resultados empresariales siguen fuertes, por lo que quizás el aterrizaje suave todavía sea posible.
Las palabras de Powell podrían ser consideradas como una herramienta más de política monetaria, o por lo menos como un complemento adecuado para encauzar hacía sus objetivos de corto plazo los comportamientos del mercado y de los consumidores. Por ello, no deberíamos preocuparnos por el tono de halcón en sus mensajes, sino basar cualquier previsión en hechos consumados o en los indicadores macro adelantados.
La descorrelación que estamos viendo, estas últimas semanas, entre bolsas y bonos es una señal de que la temible recesión parece alejarse. La fortaleza económica actual apunta a que puede soportar un ciclo de subida de tipos, manteniendo la utilización del potencial de sus recursos a un nivel alto. Es decir, sin provocar mucho daño.
Desde el principio de año, las bolsas han descontado en sus valoraciones un escenario de recesión que progresivamente se ha ido exacerbando, por la agresividad y rapidez en las subidas de tipos que han llevado a cabo los bancos centrales a nivel global. Si finalmente la recesión no tiene la profundidad descontada en valoraciones, estamos ante una gran oportunidad de compra en bolsa. Los rebotes de las bolsas de las últimas semanas, al calor de unos mejores resultados empresariales de los esperados y de unos datos macros sólidos, pueden ser el punto de inflexión hacia una recuperación de niveles en los próximos meses.
Cuantas más señales aseguren este escenario, de una recesión leve y de un final de ciclo en la subida de tipos a mediados del 2023, más peso de renta variable deberíamos ir incorporando en nuestra cartera, si partimos de una situación neutral respecto a este activo.
Una de estas señales podemos tenerla esta misma semana, ya que el jueves se publica el dato de la inflación del mes de octubre en EE.UU. Se espera que la inflación anual se repliegue hasta el 8% desde el 8,20% de septiembre. Cualquier dato inferior a este 8% esperado será una clara señal de compra.
Respecto a qué sectores, o tipos de compañías, pueden ser el objetivo en esta construcción de cartera, debemos considerar que la bolsa tiene un competidor fuerte en los bonos. Unos bonos actualmente con unas rentabilidades altas, por lo que deberíamos seleccionar compañías o sectores con dividendo alto y si es posible bajo endeudamiento.Tendríamos que descartar esas compañías growth o tecnológicas cuyos dividendos no sean ya una realidad. Esperamos un mejor comportamiento del Dow Jones que del Nasdaq 100. No es descartable una reacción de recuperación de las tecnológicas en un momento inicial, pero su competencia con unos bonos de alto rendimiento no las hacen apetecibles para una cartera, en el medio plazo. Además, la carrera por la búsqueda de rentabilidad de estas compañías va a generar conflictos internos, debido a reestructuraciones, poco favorables para su estabilidad en bolsa, como es el caso de los despidos en Twitter (NYSE:TWTR).