Nadie parece recordar que hace pocos días la agencia Standard & Poor´s rebajó la calificación de la deuda de 9 países europeos, incluyendo a Francia.
El líder de ese país, Nicolas Sarkozy, entró poco menos que en pánico el mismo viernes a la noche, apenas conocido el anuncio.
Era el anticipo de una semana muy difícil para él, para Francia, y para el euro.
Sin embargo, la propia Francia fue capaz de revertir esa situación con una colocación de deuda cuyo costo fue menor al de la operación anterior, previa al recorte de su nota.
Lo propio sucedió con España, y más tarde con Italia. Y todo ello, combinado, le dio a la moneda única otro cariz, distinto al que tenía al finalizar la semana pasada.
Sumado a las noticias europeas, las ventas de viviendas nuevas y existentes (estas últimas por un crecimiento debajo del esperado, pero sin decepcionar), y un muy buen reporte de peticiones semanales de subsidio por desempleo, también repercutieron positivamente en la economía de Estados Unidos, ávida de buenas noticias.
Por ello, no sorprende ver al euro por encima de 1,29, y con la expectativa de verlo llegar a 1,30 (no mucho más) en las próximas jornadas, y las monedas denominadas “commodites” en altos valores, acompañando las buenas performances del oro y el petróleo de los últimos días.
Fue, por fin, en medio de la tormenta a la que asisten todos los mercados financieros del mundo, una semana de paz. Y esto, en los tiempos que se viven, tiene mucho valor.