Poniendo el euro y el dólar en contexto ante la reunión clave de la Fed del próximo 14 de diciembre. Veamos una serie de cuestiones de interés en lo referente a este tema.
Es una realidad que últimamente los gobiernos han acudido a las políticas monetarias cuando pretendían depreciar sus monedas, como por ejemplo sucede en Europa y en Japón, teniendo como objetivo incrementar la demanda. El problema es que los resultados no están siendo los esperados.
La regla dice que la devaluación de una moneda impulsará las exportaciones. Cuando un país tiene un endeudamiento externo en su propia moneda, una divisa más débil origina un “trasvase de riqueza” desde los ahorradores extranjeros, puesto que el precio cae en términos de dólares. También se supone que la devaluación puede estimular la inflación ya que el mayor coste de los productos importados impulsa al alza los precios.
Pero no es la panacea. Una divisa más débil ya no garantiza un incremento de las exportaciones, la demanda externa continúa débil debido a la desaceleración de la economía mundial.
Desde que China realizó la primera devaluación del yuan en agosto del 2015, ha continuado depreciándose frente al billete verde. A nadie escapa que desde que el yuan se incorporó a la cesta de divisas del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno dejó que la moneda se debilitase, pero no está logrando controlarla al ritmo deseado.
Lo importante es que los inversores no se han asustado con el ritmo de depreciación del yuan, entre otras razones porque se mantiene dentro del mecanismo de tasas de cambio impulsado por el dólar que el banco central implementó a principios de este año.
Pero también es cierto que cada vez que se acerca un momento en el que la Fed puede subir las tasas, los mercados de China se impregnan de volatilidad y temores, ya que una subida de las tasas supone presiones sobre el yuan. El Banco Popular de China (BPC) quiere mantener a toda costa un tipo de cambio estable respecto al dólar, por lo que no tiene más remedio que intervenir en el mercado de divisas, concretamente vendiendo dólares y comprando yuanes y claro, este tipo de intervención que es habitual en los países que tienen un tipo de cambio fijo, puede producir ciertas restricciones de liquidez.
El tema es que el Banco Popular de China podría tener problemas para implementar una política monetaria expansiva si quiere mantener la estabilidad del yuan.
Eur/Usd presentaba una zona de soporte bastante interesante a priori. Es más, es de esos niveles en los que los inversores no suelen dudar en entrar comprando en busca de aprovechar un rebote al alza. Dicha zona es el doble pivote de 1,0488-1,0572. El precio llegó a 1,0572 y rebotó un máximo por el momento de 115 pipos.
La cuestión es la siguiente: en condiciones normales les podría decir que adelante, que aunque el euro está débil y seguirá débil frente al resto de divisas por las políticas monetarias del BCE, se podría buscar comprar si llegase al otro extremo del doble pivote, 1,0488.
El problema no viene por la parte del euro, sino por el dólar. Aunque una subida de tipos de interés está en parte descontada por el mercado, no es menos cierto que de producirse también debería de provocar que el billete verde siga fortaleciéndose frente al resto de monedas.
Pero no es eso lo que debería de centrar la atención de los inversores, sino el mensaje de Janet Yellen, ya que de sus palabras los inversores apostarán con mayor o menor firmeza por el dólar.
Es por todo ello que, en condiciones normales, si se anuncia una subida de tipos de interés el 14 de diciembre, eur/usd debería de caer más aún si cabe en el corto plazo, de manera que tomar posiciones de compra no dejaría de ser un acto de heroísmo innecesario en cuanto al riesgo que supondría.
¿Paridad en eur/usd? No lo creo, si bien es cierto se acercará.