Turquía se encuentra sumida en una gran presión política y económica de cara a la celebración de las elecciones presidenciales, que tendrán lugar el próximo 24 de junio, y vienen acompañadas del anuncio realizado el 14 de mayo por parte del actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, de que si resulta reelegido, llevará a cabo un mayor control de la economía.
Esto daría lugar a una consecuente reducción de poder en este campo para el banco central turco ya que, según comentó el actual máximo mandatario del país, esta institución no podrá hacer caso omiso de las señales del jefe del ejecutivo.
Unas declaraciones que ponen en duda la independencia del organismo y que sembraron la desconfianza en el mercado.
Esta situación de presiones ha llevado a la lira, que se encuentra en mínimos históricos con respecto al dólar (USD/TRY), a acumular caídas de un 6% durante la presente semana y de cerca del 17% durante este mes. En ambos casos, se trata del peor declive desde octubre de 2008. En la jornada de hoy, la divisa turca está perdiendo cerca del 4%.
La moneda del país acumula desde principios de año una depreciación ya del 20%, la mitad de la cual se ha producido en menos de diez días. La lira se encontraba el 14 de mayo, día en que se produjeron las declaraciones de Erdogan, en 4,36, y en la jornada de hoy cotiza en el entorno de 4,84; lo que le ha hecho perder alrededor de un 10% desde entonces.
Un panorama que está dando lugar a la especulación por parte de diferentes analistas con una posible petición de rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que la divisa se ha acercado a la marca del 23,3% de caídas que presentaba el peso cuando Argentina tuvo que pedir ayuda al organismo.
Asimismo, las circunstancias actuales han dado lugar a que el Banco Central de Turquía haya puesto en marcha una operación en el mercado de divisas por valor de 1.500 millones de dólares, una intervención que se esperaba, en un nuevo intento del organismo por tratar de sostener a su moneda.
Pero estas tensiones no han perjudicado solamente a la divisa, sino que también se han visto reflejadas en el mercado de deuda. El bono turco a 10 años comenzó a dispararse desde el 14 de mayo. En esa jornada se encontraba en el 13,49%, por lo que ha subido más de 100 puntos básicos desde entonces hasta hoy, que está en el entorno del 14,61%, experimentando una ligera relajación tras haber tocado también en la sesión actual el 15,30%.
Las agencias de calificación se muestran pesimistas
La suma de los movimientos ocurridos durante estos días y de las declaraciones pronunciadas por Erdogan ha llevado a que Standard and Poors haya avisado sobre el deterioro fiscal de Turquía. Además, según la agencia Reuters, desde el organismo han advertido de que el Gobierno del país no ha cosechado los ingresos esperados, pues la subida en los precios del crudo no ha afectado por el momento a la gasolina.
A pesar de todo, S&P considera que la nación puede frenar estas caídas por sí misma y arreglar la situación, por lo que ha llamado encarecidamente a que se tomen las medidas oportunas.
Asimismo, otra de las grandes agencias de calificación, Fitch, aseguró, mediante un comunicado, que la preocupación actual es “que la situación de la balanza de pagos empeore” y que, como consecuencia de ello, se vean afectados “el crecimiento, la fiscalidad y la banca”.