A pesar del resultado positivo en los índices de las bolsas internacionales de la semana pasada, parece que al mes de enero le va a tocar purgar los excesos de la fiesta que supusieron los dos últimos meses del pasado año. Los datos macro y los resultados empresariales que empiezan a publicarse esta semana no parece que vayan a cambiar este escenario de ajuste, tanto en las bolsas como en los bonos.
El mensaje dovish de J.Powell hizo que el mercado descontará el aterrizaje suave de la economía en las valoraciones de bolsas y hasta 6 bajadas de tipos para 2024, debido a que la inflación se estaba moderando rápidamente. Pues bien, ambas variables parecen incompatibles, porque difícilmente se acelerarán las bajadas de tasas si la economía aguanta según la teoría del aterrizaje suave. Las 6 bajadas de tipos son como poner espuma sobre la pista, llamar a varias dotaciones de bomberos y cancelar la operatividad del aeropuerto para un aterrizaje suave de un avión. Tendríamos que tener un motor parado, pérdida de combustible y malas condiciones atmosféricas para tomar semejantes medidas.
Los últimos datos que se publicaron la semana pasada sobre la inflación en EE.UU. enfrían el escenario de que la inflación continúe en retroceso este 2024, augurando un estancamiento en los niveles de 3,5%, lo que frena las expectativas de bajadas de tipos. Por el lado del crecimiento económico el escenario se ensombrece ante la continuidad del endurecimiento de las condiciones crediticias, el aumento del coste de los fletes por el conflicto en el mar rojo que ralentiza el comercio y los índices de confianza que no terminan de despegar.
Este año toca a los inversores estar pendientes de dos aspectos: de los indicadores de posibles averías en el avión y de lo preparados que están en tierra para reaccionar rápido si las cosas no van bien. Dicho de otra forma, los catalizadores de este año van a ser los resultados empresariales, que indicará si la economía va a crecer, y la inflación que marcará las medidas que deberán tomar los bancos centrales. Una buena coordinación entre el equipo de tierra, los bancos centrales y el del aire, indicadores económicos, va ser fundamental para que en cualquier entorno, aterrizaje suave o aterrizaje forzoso, tengamos un buen balance a final de este año.
Lo que ahora tenemos por delante es el ajuste propio tras una fase de rebote excesivamente optimista, habitual en los mercados, junto con la incertidumbre propia de la evaluación del entorno que nos espera para este 2024. Por el momento, a mitad del mes de enero, los índices de bolsas están planos o negativos, siendo el S&P 500 y el Nasdaq 100 los únicos índices importantes que no pierden valor este 2024. Estamos a tiempo de tomar decisiones tácticas.
Ante esto, a corto plazo prudencia. Esperar que finalice la resaca de la fiesta de finales del pasado año y recopilar datos de la evolución de los resultados empresariales. Esta semana se empiezan a publicar datos de los resultados empresariales del último trimestre del 2023 y no hay una expectativas excesivamente optimistas al respecto. Pero conviene contar con los datos y con las previsiones que ofrezcan las compañías para poder definir una tendencia para los próximos meses en este apartado. Hasta final del mes no tenemos bancos centrales por lo que tampoco conviene intentar predecir su discurso tomando posiciones. Los anteriores discursos supusieron ya un giro en su mensaje por lo que es difícil adelantar una lectura para esta ocasión.
Realizar los beneficios que el final de año nos ha dejado en bolsas y observar la situación fuera de mercado puede ser la mejor táctica en estos momentos. El año 2024 nos va a dar oportunidades de entrada, a pesar de que el equilibrio entre buena previsión de resultados empresariales e inflación favorable parece que no va llegar hasta la segunda parte del año.