Todo el mundo está de acuerdo en que los inversores estarán pendientes de la publicación del índice de precios al consumo de marzo del Departamento de Trabajo de Estados Unidos que se publica este martes. En lo que los analistas no están de acuerdo, porque no lo saben, es en cómo reaccionarán los inversores después.
Todo apunta a que el informe indicará un aumento interanual del 2,5% de la tasa general (incluidos los precios de los alimentos y la energía) y del 0,5% en el conjunto del mes.
Un mes no crea una tendencia, y el llamado efecto base se afirmará a medida que el progreso interanual refleje el debilitamiento de los precios desde el inicio de la pandemia del COVID-19.
Las autoridades de la Reserva Federal han dicho en repetidas ocasiones que esperan un aumento de la inflación, pero que será temporal y no impulsará medidas por su parte. En cualquier caso, la Fed prefiere el índice de precios de los gastos de consumo personal para el seguimiento de la inflación, y la lectura de éste es inferior a la del IPC.
Sin embargo, los inversores más quisquillosos podrían reaccionar exageradamente si la inflación del IPC es significativamente superior a la prevista. Su reacción se daría en la forma de venta masiva de bonos del Tesoro de Estados Unidos, impulsando el rendimiento de los mismos en previsión de una tendencia de inflación al alza y la decisión de subir los tipos por parte de la Fed antes de lo esperado.
Algunos analistas creen que las subidas del IPC ya sean tenido en cuenta a la hora de fijar los precios en el mercado, ya que el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años de referencia se casi duplicó en un momento concreto a principios de año.
Los precios al productor de Estados Unidos subieron más de lo esperado en marzo, según datos del Departamento de Trabajo, indicando una subida del 4,2% en el conjunto del año frente a las previsiones que apuntaban a un 3,8% y a un 2,8% interanual en febrero. El índice de precios al productor subió un 1% en el conjunto del mes a pesar de la previsión que hablaba de un 0,5%. El rendimiento de los bonos del Tesoro se disparó brevemente, pero luego retrocedió.
Los analistas que esperan una subida de la inflación dicen que ésta podría no hacerse evidente hasta el mes que viene cuando se publiquen los datos de abril. Dos meses de fuertes aumentos empezarían a parecer ya una tendencia. Esto podría ser particularmente cierto si los aumentos en términos mensuales son más altos de lo previsto.
El Departamento del Tesoro ha programado subastas por valor de 271.000 millones de dólares esta semana tras pausar la emisión durante un par de semanas, con 120.000 millones de dólares en valores con cupones. Las subastas del lunes por valor de 58.000 millones de dólares en bonos a tres años y 38.000 millones de dólares en bonos a 10 años transcurrieron con normalidad, y 24.000 millones de dólares de bonos a 30 años se subastan este martes.
Las autoridades de la Fed están culpando al estímulo fiscal y a la emisión de bonos adicional de lo que denominan primas a plazo crecientes, y son éstas las que están impulsando el rendimiento, no ningún cambio fundamental en las expectativas de inflación o la anticipación de los ajustes por parte de la Fed. Ésta es una de las conclusiones de las actas de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto de mediados de marzo, que se dieron a conocer la semana pasada.
La Reserva Federal de Nueva York, que maneja las operaciones de mercado del banco central, ha insinuado que hará algunos "ajustes técnicos menores" en sus sectores de compra, lo que lleva a algunos analistas a pensar que la Fed aumentará su porción de bonos a 7-20 años para dar cuenta de los cambios en el peso del mercado debido al fuerte ritmo de emisión. Esto se compensaría con reducciones en el tramo más corto.
Los inversores prestarán mucha atención esta semana a la publicación del calendario de compras de bonos de la Fed para conocer más datos sobre este ajuste.