En la última semana, muchos de los índices bursátiles más importantes del mundo, como el S&P 500 y el Nasdaq, marcaron nuevos máximos históricos en sus cotizaciones. En este contexto, muchos inversionistas se preguntan si no sería conveniente vender posiciones para reducir los niveles de exposición en el portafolio.
Por supuesto que nunca puede saberse con certidumbre qué es lo que nos depara el futuro en los mercados: los movimientos de precios dependen de una cantidad de factores prácticamente ilimitada, lo cual incluye no solo variables económicas y financieras, sino también cuestiones relacionadas con la psicología, el ánimo y las expectativas de los inversores en general.
En definitiva, en los mercados financieros trabajamos siempre con diferentes escenarios posibles y sus probabilidades de ocurrencia, ya que no podemos pronosticar el futuro.
Aclarado esto, siempre podemos analizar cómo ha evolucionado el mercado ante determinadas variables desde una perspectiva histórica y estadística. Si bien el comportamiento de precios pasado no nos garantiza el comportamiento futuro de los mismos, un ejercicio de este tipo nos ayuda a plantear escenarios más realistas y diseñar estrategias de inversión que estén en línea con la evidencia histórica en el mercado.
Nuevos máximos y la evidencia estadística
Es comprensible desde el punto de vista intuitivo y emocional que muchos inversionistas se sientan temerosos cuando los mercados marcan nuevos máximos históricos de precios. Después de todo, el objetivo siempre es comprar a precios bajos y vender a precios altos. Cuando las cotizaciones de mercado están valores máximos, resulta racional hacerse la pregunta de si conviene o no cerrar posiciones.
Sin embargo, los datos estadísticos no avalan esta idea. Un artículo publicado por Michael Batnick en The Irrelevant Investor analiza los retornos históricos que el índice S&P 500 generó luego de marcar nuevos máximos históricos entre 1928 y noviembre de 2016. Los datos al respecto son concluyentes.
Seis meses después de marcar nuevos máximos, el retorno promedio del índice asciende al 3,9%, mientras que el retorno promedio para períodos de 6 meses que no incluyen nuevos máximos es del 3,6%. En plazos de un año, el retorno promedio luego de marcar nuevos máximos es del 7,8%, mientras que el promedio de retornos para plazos de un año que no incluyen nuevos máximos está en niveles del 7,5%.
Es decir, tanto para períodos de seis meses como para períodos de un año, los retornos históricos luego de que el índice marque nuevos máximos de cotización suelen estar por encima de los retornos promedio del mercado en otras ocasiones.
Si algo nos dicen estos datos, es que un nuevo máximo de mercado no es necesariamente un motivo para vender en el corto plazo, sino que puede ser incluso un argumento alcista en términos de las perspectivas del mercado hacia adelante.
Impulso, valuación y volatilidad
En términos de analizar las condiciones de mercado que suelen estar presentes cuando los índices marcan nuevos máximos, es importante tener en cuenta tres variables determinantes: impulso, valuación y volatilidad.
El impulso de precios – o momentum – es un fenómeno muy estudiado en los mercados financieros. Básicamente, significa que cuando los precios están subiendo con fuerza tienden a seguir subiendo en el mediano plazo, y viceversa. Esto suele darse tanto en mercados de acciones, como de renta fija, de materias primas o monedas.
En general, los nuevos máximos de precios en los índices suelen darse en un contexto de impulso favorable, lo cual favorece a las cotizaciones futuras en el mediano plazo.
Muchos inversionistas tienden a pensar que las grandes caídas de mercado se producen cuando los precios están en sus valores máximos, pero generalmente este no es el caso. Antes de un gran ajuste, es habitual que se observan retrocesos más moderados, y generalmente los grandes mercados bajistas vienen cuando los valores están considerablemente por debajo de los precios máximos.
Esto sucede porque existe una relación inversa entre los precios y la volatilidad. Cuando el mercado está cerca de sus máximos, los niveles de volatilidad suelen ser relativamente bajos en comparación con otros períodos. Entonces, las bajas que puedan producirse desde esos niveles son relativamente moderadas.
En cambio, cuando los mercados ya están mostrando volatilidad elevada y los precios han comenzado a caer, es probable que una profundización de la debilidad de precios lleve a un ajuste de mayor gravedad.
Es importante tener en cuenta que los precios y la valuación de los activos pueden ser dos variables muy diferentes. La valuación hace referencia al precio en comparación con los indicadores de valor fundamental, como las ventas, las ganancias o los dividendos. Teniendo esto en cuenta, si los precios aumentan, pero en la misma medida aumentan las ganancias de las empresas, entonces no podemos decir que el mercado se encuentre sobrevalorado, incluso cuando los precios cotizan en sus máximos históricos.
En general, es habitual que las valuaciones aumenten cuando suben los precios, ya que los precios de los activos suelen incrementarse en mayor magnitud que los indicadores de valor fundamental. Sin embargo, cuando el incremento en los ratios de valuación está justificado por mejoras en las tasas de crecimiento y las perspectivas económicas, entonces la expansión en los niveles de valuación no es necesariamente un problema para los inversionistas.
Queda claro que los mercados son impredecibles, y la evolución futura de los precios dependerá de la evolución de una enorme cantidad de factores, incluyendo tanto factores conocidos como otros desconocidos que puedan aparecer en el escenario. Sin embargo, en lo que respecta al hecho de que los mercados están en máximos históricos, este no es en sí mismo un motivo para vender acciones.